A vueltas con el "pasaporte sanitario"
8 marzo, 2021 (06:45:20)Lo primero que hay que precisar sobre el llamado “pasaporte sanitario” es que no es tal. Y ello por una razón fundamental. Es un simple certificado sanitario o como lo denominan en inglés un “health pass”, que incluye los datos sobre la vacunación que ha recibido su titular o las pruebas que ha realizado para asegurarse de que no está infectado con el covid-19. Y este es el punto clave: la no vacunación no impide la movilidad, siempre que las pruebas (PCR, anticuerpos) confirmen que el viajero no está infectado. El ”pasaporte” ha generado una controversia ética, jurídica, médica y económica. Conviene analizar los argumentos, de distinta naturaleza, esgrimidos por los contrarios a esta iniciativa
Los primeros de estos argumentos son de carácter ético-jurídico, señalando que, en primer término, afectarían a la privacidad de los datos sanitarios de cada persona y, en segundo lugar se daría lugar a un inaceptable privilegio para los vacunados, frente a los que no han accedido a la vacuna o la rechazan. Sin embargo, respecto a la primera objeción, hay que señalar que la información que constará en el “pasaporte” se refiere en exclusiva a la pandemia. Respecto a la segunda hay que hacer una precisión fundamental: la no vacunación no impide la movilidad ya que el viajero podrá probar que no está infectado mediante las correspondientes pruebas, aunque no haya recibido la vacuna. Por ello, se desmontan los argumentos, que se han utilizado profusamente por quienes son contrarios a este instrumento que facilita la movilidad y, por tanto, el viaje tanto de ocio como de negocio. El “pasaporte sanitario” no es un privilegio derivado de un requisito, sino un medio de facilitar los desplazamientos para aquellos que voluntariamente quieran disponer de él. Nadie está obligado a vacunarse y poseer un “pasaporte”, ya que si acredita que no está infectado podrá tomar un avión o visitar un destino turístico. La voluntariedad es un factor fundamental, aunque hay razones poderosas para inducir a la población a que se vacune. Un centro de trabajo o una escuela o un aula de colegio, instituto o universidad serán más seguros para sus trabajadores y estudiantes si todos están inmunizados. Por ello, algunos países se plantean no la obligatoriedad de la vacuna, sino limitar el derecho de movilidad y de acceso para aquellos que rechazan las vacunas, por unos motivos o por otros. Se ha dicho, también, que con este instrumento se penaliza a los países que tienen mayores dificultades para disponer de vacunas, pero el problema no es el “pasaporte” sino la ausencia de vacunas para su población, que no se arregla ni se agrava con el “pasaporte”.
Repetidamente se ha señalado la existente exigencia de vacunas cuando se quiere visitar un país afectado por epidemias específicas como la malaria, el tifus o la fiebre amarilla. Hay otro argumento, que a alguien podría parecer irrelevante, pero no al elevado número de turistas que viajan con sus mascotas. La salud animal y la humana son interdependientes, y la inmunización de las mascotas es un requisito para que estas puedan acompañar a sus dueños al visitar otro país. Esta exigencia está universalmente admitida, y constituyó una grave preocupación al negociarse el Brexit, de modo que no se convirtiera en un obstáculo para el turismo británico hacia los destinos de la Unión Europea que habían decidido abandonar.
Finalmente se han argumentado motivos científicos para oponerse al “pasaporte sanitario”, señalando que no existe seguridad de que la persona vacunada no pueda transmitir la enfermedad. Los investigadores ya están trabajando en esta hipótesis, pero la experiencia de los países que han sido más diligentes en el proceso de vacunación de su población, así como el esperanzador resultado conseguido con la vacunación en las residencias de mayores en nuestro propio país, con una caída dramática de los contagios entre la población más vulnerable y que más ha padecido en las oleadas anteriores, parece indicar que la vacunación no solamente protege al vacunado sino que corta la transmisión de la pandemia.
Este debate es comprensible. Llama más la atención, las objeciones formuladas desde el seno del sector turístico. Es relevante que la voz más contraria al “health pass” que están poniendo en marcha las líneas aéreas sea la del CEO de Ryanair, aunque haya algún que otro profundo conocedor del mundo turístico que coincida con él. Es muy posible que la posición de Ryanair se base en razones empresariales propias para seguir un camino contrario al de las demás líneas aéreas, pero también es muy probable que haga prevalecer este interés particular sobre el interés general del tráfico aéreo.
La Unión Europea ha dado un paso decisivo para la implantación del “pasaporte sanitario” y ha anunciado que lo presentará el próximo 17 de marzo y España se ha ofrecido a realizar pruebas piloto. Para adoptar esta decisión, la Unión Europea ha seguido un proceso de examinar cuidadosamente las razones de salvaguardia de la privacidad de las personas y de evitar que el pasaporte aparezca como un privilegio. La generalización da las vacunas en el seno de la Unión Europea hará desaparecer gradualmente las reticencias esgrimidas respecto a este último punto. Hay miembros de la UE, en especial los Países Nórdicos y Austria que habían decidido implantarlo frente a la resistencia inicial de otros miembros de la UE. Chipre y Grecia han anunciado que están negociando bilateralmente con Gran Bretaña para el libre acceso de viajeros del Reino Unido que acrediten haber recibido la vacunación. Como se señaló en un artículo anterior, la iniciativa privada (IATA, gigantes tecnológicos) también están desarrollando iniciativas en este sentido.
El debate sobre el “pasaporte sanitario” es legítimo y la Unión Europea hace bien en recoger todas las argumentaciones que su puesta en marcha suscita, pero después de haberlas considerado cuidadosamente ha decidido acelerar su implantación. Es una buena noticia para el turismo, en contra de lo que piensa el CEO de Ryanair, y los que coinciden con él, aun siendo conscientes de que lo fundamental, tanto para la salud de la población como para recuperar el turismo, es acelerar el proceso de vacunación tanto en los países emisores como en los destinos turísticos.
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