Un entorno VUCA se define por ser un entorno altamente volátil, en el cual se acaba la gestión de lo conocido y se da un paso a un presente y un futuro inciertos, definidos por un nivel de complejidad y toma de decisiones alto.
Sí, efectivamente estamos desde prinipios de 2020 sumergidos en un VUCA que ha puesto patas arriba años y años de experiencia y know-how, pero quizás lo más importante sea ser conscientes que VUCA será la próxima normalidad, que debemos aceptar que ya nada será igual y que ahora ha sido el coronavirus, como antes fue la quiebra de Thomas Cook o como podrá ser cualquier otra pandemia, ataque terrorista o situación futura. No volveremos al 2019 y más vale que tomemos conciencia de ello.
El término VUCA fué creado por la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos y hacía referencia a la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del nuevo mundo surgido tras la caída del muro de Berlín y el final de la Guerra fría.
Un mundo dónde los cambio se sucedían con una rapidez vertiginosa, dónde ya nada era cierto, todo era complejo y en una escala de grises y matices infinitos.
Por lo tanto en un entorno volátil es imprescindible que todas las personas de la organización sean capaces de adaptarse a los cambios que van a ir ocurriendo. Cambios que van a ser impredecibles pero que deben ser visualizados, es decir, imaginar los posibles escenarios futuros, poniéndonos en esas situaciones con una correcta visión de futuro.
La incertidumbre deberá afrontarse con un profundo conocimiento de la organización, de las personas que la componen, de los valores, cultura y filosofía de empresa, de sus productos, de sus objetivos.
La formación debe ser continua con actualizaciones constantes de habilidades, conocimientos y medios tecnológicos y humanos. Todo el equipo, no sólo los directivos y ejecutivos, deben formar parte de la solución.
No es suficiente con contar con directivos resilentes, con fomentar la formación de ejecutivos empáticos. Es como pretender conducir un coche con las ruedas delanteras nuevas y las traseras pinchadas. Son las cuatro ruedas las que deben estar en excelentes condiciones. De nada sirve tener un directivo formado si su equipo carece de las habilidades necesarias para sobrevivir a un entorno VUCA. Es hacer rayas en el agua. Eso sólo conseguirá la desmotivación de los directivos y el distanciamiento con sus equipos, que entenderán que no son suficientemente valiosos como para que la empresa invierta en ellos.
Contra la complejidad: sencillez y claridad. Ser muy claros, transparentes en la definición y ejecución de tareas, en las comunicaciones de dirección, en las comunicaciones entre departamentos y entre empleados. En las comunicaciones a los clientes. No dar lugar a rumores, a malos entendidos, a indefiniciones, a interpretaciones personales.
La comunicación debe ser efectiva y directa. Los empleados deben aprender a comunicarse, a escuchar activamente, deben saber gestionar sus emociones, gestionar el stress y la angustia que les producirá la falta de seguridad, la falta de un futuro cierto, lo desconocido, la falta de información, las dudas. Disponer de habilidades para gestionar las diferencias y los conflictos que se producirán con otros empleados, con sus jefes, con los clientes, con los proveedores y así evitar que la complejidad aumente exponencialmente.
Debemos preguntarnos si estamos comunicando nuestras necesidades, posiciones e intereses a nuestros stakeholders con claridad y transparencia. Nuestro personal, nuestros colaboradores, nuestros proveedores, nuestros clientes deben sentir seguridad y confianza. Debemos recuperar y a su vez proporcionar esa confianza y seguridad en sentido físico, emocional, financiero y digital.
Tener capacidad de reacción ante los imprevistos nos facilitará gestionar la ambigüedad. Así mismo dar respuestas, proporcionar una información real y veraz, tanto de lo que se conoce, como de lo que se desconoce.
Las personas formadas tienen una menor resistencia al cambio, son más adaptables, más seguras, confían más en si mismas.
Las consecuencias de no adaptarse al VUCA, de no formar al personal, de no brindarles la oportunidad de renovarse y crecer con nuevas habilidades que les faciliten su desarrollo personal y profesional, son absolutamente negativas: miedo, ansiedad, apatía, depresión, agresividad, absentismo laboral, bajas médicas, pérdida y remplazo de personal cualificado, ambiente tóxico, pérdidas económicas, sabotajes, robos, daños, costes legales, costes emocionales y psíquicos, inestabilidad laboral, conflictividad, precariedad, intimidación, acoso, etc.
Es imprescindible fomentar una cultura organizacional de paz, basada en la formación, la buena fe y la confianza. Fomentar la cooperación, canalizar la información de la manera más positiva, generar interacciones respetuosas y confrontaciones positivas.
Finalmente integrar nuestras organizaciones con las metas afines al desarrollo de nuestro entorno y de nuestra comunidad dará lugar a ese turismo sostenible tan deseado por todos nosotros.
"El fracaso en sí no es una catástrofe, pero la incapacidad para aprender del mismo sí lo es."
Suhayl Abidi, and Manoj Joshi (2015)
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