El Brexit y el turismo español
26 junio, 2016 (12:13:14)Los medios de comunicación españoles se han llenado de comentarios sobre las consecuencias que puede tener el “Brexit“ sobre el turismo español. En el clima apocalíptico que los resultados del referéndum han creado, se han trasladado sin matizaciones a la actividad turística las graves perspectivas políticas, sociales y económicas, tanto nacionales como internacionales, de esta desdichada iniciativa. Sin embargo, conviene hacer un análisis lo más objetivo posible y tomar en consideración las peculiaridades del turismo. He aquí algunas reflexiones al respecto:
A corto plazo, entendiendo por tal la presente temporada de verano, los efectos en las reservas van a ser muy reducidos, ya que la mayor parte de las compras de vacaciones de los británicos hacia España ya se han realizado. Es muy posible que afecte al nivel de gasto en el destino, ya que la fuerte depreciación de la libra significará que la adquisición de productos y servicios será más cara para el turista británico. La Asociación Británicas de Agentes de Viajes (ABTA) se ha manifestado en términos similares.
Otros efectos que afecten los turistas se producirán una vez concluido la negociación de la salida de Gran Bretaña de La Unión Europea, en un período de dos años, y dependerán de los resultados de la misma: acuerdos de tráfico aéreo, cielo único europeo, mantenimiento del “roaming” para los extracomunitarios, controles en fronteras.
Sin duda va a afectar de manera significativa al mercado inmobiliario, y a las compras de viviendas por los británicos que adquieren una residencia en España. El coste será mayor, aunque también se incrementará su valor medido en libras tanto para los que ya tienen una casa adquirida como para los que decidan comprarla en el futuro.
Mayor preocupación, ya manifestada por los residentes británicos en España, es si sus pensiones les van a permitir el nivel de vida del que han estado disfrutando en España. Máxime teniendo en cuenta que habrá servicios sociales y de salud que dejarán de ser cubiertos por el generoso sistema español.
El efecto más importante se va a producir en las relaciones comerciales, de inversiones y financieras, en las cuales las repercusiones van a ser potencialmente más acusadas que en el tráfico turístico. No hay que olvidar que la historia del turismo británico hacia España ha pasado por etapas muy diferentes y que el Reino Unido siempre se ha mantenido como uno de los primeros mercados emisores hacia los destinos españoles. Otra cosa, es que quizás en el futuro haya que considerar que el mercado británico tenga que dejar de ser considerado como una unidad, y haya que aplicar distintas estrategias de marketing para el mercado inglés y galés y para el escocés.
En todo caso, y como línea de acción, el sector turístico español debería hacer consciente al próximo gobierno que salga de las elecciones del 26 de junio, de que el turismo es un sector básico para la economía, el empleo y la balanza de pagos de España, y que ha de ser tomado en consideración en las largas y complejas negociaciones que se avecinan entre la Unión Europea y Gran Bretaña. Al igual que se tendrán en cuenta las cuantiosas inversiones españolas en Gran Bretaña, que duplican las de aquel país en el nuestro, y el régimen de los trabajadores españoles en el Reino Unido y el de los británicos en España, el tráfico turístico entre ambos países ha de ser objeto de especial atención.
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