Sentido de Estado y responsabilidad política, el ejemplo del Reino Unido
15 julio, 2016 (11:40:13)A veces siento envidia política... no sé si eso es posible, ni sé muy bien si es correcto ese nombre. Pero es lo que siento. Me ocurre, por ejemplo, cuando veo cómo en EEUU los candidatos republicanos o demócratas se pelean entre ellos como gatos panza arriba para llegar a ser el presidenciable de su partido, para, cuando los delegados han votado y han elegido a uno de ellos, hacer piña en torno a quien se convierte en el candidato de todos. Ocurre lo mismo con las elecciones presidenciales: el presidente es el comandante en jefe, no se cuestiona la autoridad de la Presidencia, incluso sus rivales están al servicio del presidente cuando les llama y aunque se haga política en el Congreso, nunca se cuestiona a las instituciones.
Ese tener tan claro que las instituciones están por encima de las personas y los partidos políticos es lo que me da envidia. Aquí no lo hemos conseguido, confundimos los conceptos y así todo es cuestionable porque todo es partidista, sesgado, no hay nada que nos aglutine a todos, que nos reúna con los intereses comunes básicos sobre la mesa.
En muy pocos días el Reino Unido ha enfrentado una gran crisis política y la está resolviendo, a mi modo de ver, de forma ejemplar. El referéndum del Brexit obtuvo un resultado favorable a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y fue contra todo pronóstico. El resultado fue muy ajustado, solo un 51,9% de los votos fueron a favor... es un resultado suficiente pero desde luego, deja clara la división de opiniones y obliga a la mitad de los británicos a vivir en unas condiciones políticas que no quieren. Ninguna opción es fácil... y sin embargo, en pocos días ha habido crisis de Gobierno, ha renunciado el primer ministro David Cameron, ha sido elegida su sucesora Theresa May, que hereda la mayoría absoluta conseguida por Cameron en mayo de 2015. Y en un día, se forma el nuevo Gobierno... y a trabajar, aquí no ha pasado nada (Theresa May sucede a Cameron y conducirá el Brexit).
A trabajar, ¿en qué? Pues claramente en llevar a cabo el mandato del referéndum en las mejores condiciones posibles para el propio país. O sea, Cameron dimite porque era contrario al Brexit e hizo campaña por la permanencia (en el Reino Unido y en otros países, los políticos dimiten por razones políticas); la nueva primera ministra también era y es favorable a la permanencia. Pero esa visión de la política y del Estado por encima de partidos, siglas y personas hace posible que ahora esta mujer encabece el Gobierno que deberá sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea... al margen de consideraciones personales o partidistas, siguiendo el mandato del 51,9% de los ciudadanos. A mí esto me impresiona, qué quieren que les diga... me impresiona ese sentido de Estado y esa clara visión de que las instituciones y el mandato democrático están por encima de consideraciones personales y partidistas, por muy razonables que sean.
Theresa May, aun siendo favorable a la permanencia en Europa, se pone al frente de un Gobierno que tendrá que salir de la Unión Europea en las mejores condiciones posibles para el Reino Unido. Y para ello sitúa al frente de Exteriores a un compañero conservador que, sin embargo, era partidario del Brexit, Boris Johnson , ex alcalde de Londres. Y no es el único partidario del Brexit que la nueva primera ministra sitúa en carteras clave para la negociación internacional tanto de cara a la UE como de cara a los acuerdos bilaterales de comercio que deberá empezar a hilvanar, puesto que quedará fuera del paraguas de la Unión.
Llegados a este punto, ya no importa si eres partidario del Brexit o no, lo importante es trabajar para que el Reino Unido haga frente a sus retos y salga de ellos en las mejores condiciones: recuperar la unión interna de Inglaterra con Gales, Escocia e Irlanda del Norte (las dos últimas votaron por la permanencia); salir de la UE consiguiendo las mejores condiciones posible; rehacer lazos comerciales bilaterales con muchos países europeos y no europeos; demostrarles a los partidarios de la permanencia que la salida de la UE no tiene por qué arruinar al país si se hace bien; y de alguna manera, hacer suyos los argumentos de quienes estaban a favor del Brexit: en cierto modo, aspirar a recuperar la grandeza del Imperio que quedó atrás... “Al abandonar la Unión Europea, vamos a forjarnos un nuevo papel brillante y positivo en el mundo. Haremos del Reino Unido un país que trabaje no solo para unos pocos privilegiados, sino para cada uno de nosotros”, declaró la primera ministra tras su visita a Buckingham.
O sea, sin engaños, sin trampas, sin dilaciones interesadas ni juegos, Theresa May trabajará para llevar a cabo de la mejor forma posible aquello contra lo que ha estado luchando hasta ahora y que, sin embargo, es lo que ha querido algo más de la mitad de los votantes en el referéndum. A mí me parece un ejemplo de responsabilidad política y democrática.
Desde luego, no quisiera estar en la piel de Theresa May, pero admiro su capacidad por reconocer cuál es su deber y acatarlo y trabajar por ello aun en contra de su convencimiento político. Eso es tener sentido de Estado, algo que me da envidia y que me gustaría ver también en la política española, y que me lleva a preguntarme qué hemos hecho mal en España y si podemos regenerar, de verdad, nuestro concepto de la política, del Estado, de las instituciones y en general, de la democracia.
Gracias por leer hasta aquí!
Feliz fin de semana.
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