Lo que está pasando en Turquía no es una ventaja competitiva para nadie
22 julio, 2016 (08:33:15)La economía y la ideología no siempre se entienden bien. El Gobierno de Erdogan en Turquía, elegido en las urnas aunque no necesariamente democrático, parece interesado en reactivar el maltrecho sector turístico del país (unas semanas después del atentado de enero dijo que iba a llevar a cabo una inversión de 78 millones de euros para apoyar al sector turístico y ha intentado incentivar a los turoperadores europeos con subsidios de hasta 6.000 euros por vuelo), pero no está teniendo mucho éxito entre los ataques terroristas por un lado y sus deriva hacia el islamismo radical por otro.
Turquía está en la picota como destino turístico, y aunque esto pueda parecer que favorece a los intereses de sus competidores, entre los cuales se encuentra España, en realidad no favorece a nadie.
Que un país esté atenazado entre la amenaza terrorista y el totalitarismo es una tragedia para todos, para el turismo en general y para el Mediterráneo en particular. En enero un atentado acabó con la vida de diez turistas, la mayoría alemanes, un mercado de gran importancia para Turquía, y hace sólo unas semanas, un nuevo ataque, en el aeropuerto de Estambul, provocó al muerte de 43 personas, cuando ya en abril y mayo las llegadas de turistas habían descendido un 30% y 35%, respectivamente, según datos del Ministerio de Turismo turco y según puede leerse en el artículo de mi compañera Carmen Porras, Turquía: un nuevo golpe para una maltrecha industria turística.
A lo largo del último año, algunos turoperadores rusos abandonaron este destino, como Natalie Tours, Pegas Touristik, Tez Tour y Biblio Globus, que suspendieron la oferta de paquetes tras el crecimiento de la inestabilidad, circunstancia a la que más tarde se unió la ruptura de las relaciones políticas entre Turquía y Rusia, tras el derribo de un bombardero ruso por parte de cazas turcos en la frontera de Siria. Y aunque a principios de julio, Vladimir Putin anunció que levantaba la prohibición a los TTOO para vender Turquía, la situación tampoco parece como para que los turistas rusos corran a tumbarse en las playas turcas o a llenar los zocos de Estambul. En el pasado mes de abril, el turoperador británico Jewel in the Crown Holidays especializado en Turquía, con 29 años de historia, cesó sus operaciones al no poder hacer frente a la caída del negocio sufrida en los últimos años.
El contragolpe que certifica la deriva radical del Gobierno
La última guinda del pastel tuvo lugar el fin de semana pasado, con un extraño y fallido golpe de estado militar al que puso fin con mano de hierro el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, tras una noche de incertidumbres en que el ejército salió a la calle para "defender la democracia", y en que los militares lanzaron este comunicado:
"Las fuerzas armadas turcas han tomado completamente las administraciones del país para restaurar el orden constitucional, la democracia, los derechos humanos y libertad, el imperio de la ley y la seguridad nacional que fue dañada.
Todos los acuerdos y compromisos internacional siguen siendo válidos. Afirmamos que nuestras buenas relaciones con todos los países del mundo continuarán."
La llamada de Erdogan a las masas para salir a la calle a enfrentarse con los tanques dio resultado. El golpe fue reconducido (290 muertos y 1.400 heridos), pero el contragolpe de Erdogan todavía no ha terminado: 11.000 militares, jueces, fiscales, periodistas, intelectuales, rectores de universidad, detenidos; 8.500 policías suspendidos; 15.200 funcionarios del Ministerio de Educación, suspendidos... una purga que puede ir a más porque ha sido declarado el estado de excepción durante tres meses, anulando legalmente muchas libertades civiles. Además, el Gobierno se plantea implantar la pena de muerte y el país sigue su deriva dramática de un islamismo moderado a una radicalización preocupante.
El sexto destino turístico del mundo
Turquía es hoy el sexto destino turístico del mundo y atrae a casi 40 millones de turistas al año. El objetivo, al menos hasta este año, era conseguir 50 millones de llegadas y unos ingresos de 50 mil millones de dólares en 2023. Según el Ministerio de Cultura y Turismo, el número de turistas extranjeros que llegaron a Turquía en 2015 fue de 39,4 millones, mientras que los ingresos totales en el sector turístico ese mismo año ascendieron a 31,4 mil millones de dólares. El crecimiento del sector ha estado por encima del promedio mundial en los últimos años, y la contribución directa del sector al déficit de la balanza de pagos en 2015 fue del 80%, mientras que su contribución al PIB llegó al 4,37%.
A finales de 2015 se contabilizaron 13.615 alojamientos registrados, de los cuales 9.188 tenían licencia de sus respectivos municipios, y los 4.427 restantes tenían licencias de operadores turísticos. La capacidad de alojamiento total combinada de estas instalaciones sobrepasa la cifra de 1.250.000. Actualmente hay 281 proyectos en marcha que ayudarán "en breve" a paliar la escasez de camas, según el Gobierno, añadiendo 74.130 alojamientos. En 2015 había más de 165 cadenas hoteleras en Turquía, un 15% de las cuales son propiedad de inversores internacionales. De hecho, dos cadenas españolas han anunciado en los últimos meses su llegada a Estambul: Barceló Hotels anunció en junio la incorporación de un hotel en Estambul bajo la marca Occidental y Room Mate, que llegó en diciembre: Be Mate entra en Estambul con más de 200 apartamentos.
Pero la situación no parce reversible por le momento. Según datos de STR, el RevPar (ingresos por habitación disponible) en los hoteles de Estambul, había caído en junio un 40% respecto al año anterior y se situaba en los 54 dólares por noche. La ocupación también cayó hasta el 49%.
¿Qué pasará ahora?
El ejército turco, independiente hasta ahora del poder político, ha sido el guardián del "kemalismo": un estado democrático, moderno y laico, implantado en 1923 por Mustafá Kemal Atatürk.
La utopía de Atatürk tampoco fue tan bonita en la práctica, y en 2002 millones de turcos dieron su voto al Partido Justicia y Desarrollo (AKP), hoy en el gobierno, para romper el nacionalismo, la secularización extrema y la supervisión de la vida política por parte del ejército. El AKP, a pesar de ser islamista moderado, prometía darle un impulso a la democratización, al liberalismo y a la modernización del país. Pero mientras algunas medidas llegaban para modernizar y liberalizar la economía, también se incentivaba la construcción de mezquitas y de escuelas coránicas, se acentuaba la restricción de las bebidas alcohólicas y se fomentaba que las mujeres volvieran a vestir atuendos más acordes con el recato impuesto por el Islam radical.
El cambio definitivo, según los analistas, llegó en 2010, cuando el Gobierno consiguió que se aprobase en referéndum la reforma constitucional que sometía, por primera vez, al ejército a las autoridades civiles y permitía la entrada de jueces conservadores en las altas instancias judiciales. También la negativa de la UE a aceptar a Turquía como estado miembro ayudó a la deriva del Gobierno de Erdogan hacia el autoritarismo, el conservadurismo y la radicalización religiosa.
La libertad de prensa no existe en Turquía, los medios son cerrados y los periodistas detenidos y encarcelados por investigar casos de corrupción, de tráfico de armas, por reproducir viñetas de Charlie Hebdo... Desde 2014 se han presentado 1.845 demandas contra personas acusadas de haber “insultado” al presidente Recep Tayyip Erdogan, que por lo visto es muy susceptible.
La última noticia es que el Gobierno ha suspendido la Convención Europea para los Derechos Humanos en el país.
Hace 20 años, en las calles de Estambul se veían pocas mujeres con el pelo tapado y que no fueran vestidas a la occidental. Quizá solo en los barrios otomanos, más tradicionalistas, de la ciudad. Ahora es común ver en la calle a las mujeres vestidas con esa típica gabardina que esconde sus vestidos y sus formas, y con el pelo tapado. En los hoteles de lujo, ciudadanas de países musulmanes del Golfo desayunan ataviadas con sus burka, que les impiden comer de forma lógica y por supuesto, conversar con su marido y sus hijos. A la hora de la oración, sobre todo los viernes, se cierran calles de Estambul para acoger a los fieles, que no caben en las mezquitas.
El panorama no pinta nada bien, y donde no hay libertades civiles difícilmente puede haber turismo. Y el hecho de que las libertades civiles estén tan amenazadas en Turquía no es una ventaja competitiva para nadie, sino una ruina y un fracaso histórico para todos, porque lo que ha caído es algo más que la cuenta de resultados de una temporada y es mucho más difícil de recuperar.
Gracias por haber leído hasta aquí.
Feliz fin de semana!
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