Carta abierta al sector turístico venezolano
25 julio, 2016 (09:54:03)
Siendo un total creyente en mi país y entusiasta en que el sector turístico puede ser el motor principal para resolver los líos de todos los estratos de nuestra decadente economía, he decidido escribir esta nota para ver si lo que digo tiene sustento.
Durante mi etapa universitaria soñaba con miles de proyectos, miles de opciones, miles de retos, los cuales por diversos motivos entraron en una etapa de somnolencia perpetua que opacaba cualquier vestigio novedoso en la industria turística nacional. A mis compañeros de clases, adelantándome a la etapa laboral de manera formal, los catalogaba como futuros socios o futura competencia. Hoy en día, casi todos están fuera de Venezuela, lejos de ser socios y más lejos aún de ser mi competencia.
Sin lamentos noveleros, hemos vivido una completa parodia de bajo presupuesto. Cuando hacemos un recuento de lo que el sector turístico nacional ha tenido que sortear en los últimos 20 años, tenemos que hemos ido deviniendo de la siguiente manera:
- El cuento del país petrolero y monoproductor: fue bandera y continúa siendo nuestra tarjeta de presentación a donde quiera que viajemos.
- Las arepas y las mujeres bellas: han calado, pero no así su protagonismo. No siempre fue la primera referencia para identificarnos.
- Un difunto expresidente, Hugo Chávez Frías: ha pasado a ser, a nivel mundial, nuestra marca país y con ella su particular forma de ser. Pasó a ser nuestra realidad en los cinco continentes.
- Noticias extremas y poco alentadoras: expropiaciones, pranatos, violación de derechos humanos, escándalos de corrupción, lenguaje conflictivo, desapariciones, índices de asesinatos desbordados y descontrolados, impunidad galopante, hiperinflación, devaluación, viveza criolla, individualismo y ningún respeto por nuestros recursos naturales dan que hablar de los venezolanos fuera de nuestras fronteras.
- Bipolaridad: cuando queremos somos las personas más atentas y al mismo tiempo, con o sin justificación podemos ser las más despreciables o arrogantes.
- Capacidad de adaptación o aceptación: somos especies dignas de algún estudio de evolución ante la volátil economía. Nos ha tocado “disfrutar lo mejor de nuestro país con una alarmante inflación, una inseguridad y un deterioro sin precedentes. Somos los embajadores de mal agüero más famosos de la tierra mas sin embargo nuestro particular humor y la sonrisa en el rostro, nunca nos abandonan.
El gobierno nacional tiene, sin duda, la mayor responsabilidad de todo esto, pero pareciera encontrarse totalmente desconectado, por ejemplo de las políticas turísticas, ¿cómo espera que esta industria sea productiva, pujante e indetenible cuando no tenemos servicios públicos adecuados? Como podemos avanzar si no existe una conjunción de esfuerzos en materia de infraestructura, seguridad, educación, impuestos, marca país, producción, control cambiario para el sector turístico y sobre todo, sin voluntad política. Resumiendo, ¿cómo pretendemos ser hoy día un mercado competitivo en el Caribe?
Actores que hacen vida en el sector, pasan por “GO” cobrando sus “200”, sin dejar siquiera claro una voz que represente a quienes supuestamente se deben. Organizaciones, federaciones, asociaciones y cuanta figura jurídica tenga usted a bien conocer, son incapaces de velar por el beneficio de todos los trabajadores turísticos de base. Pareciera que lo importante es presidir dichas instituciones para alcanzar otras metas y dejar que todo pase por debajo de la mesa. Entonces me pregunto, ¿Cuántas reuniones con el Ministro de turnoson necesarias para incorporar de manera formal al sector privado en el desarrollo de un plan turístico coherente para nuestro país? ¿Cuántos ministros de turismo son necesarios para blindarnos a través de leyes que solo persigan el beneficio del sector por los siglos de los siglos? ¿Cuántos prestadores de servicio turístico deben cerrar sus puertas ante los constantes embates económicos y sociales que los afectan? ¿Cuántas preguntas más debemos hacernos?
No obstante es valioso mencionar a destacar el esfuerzo de empresas dedicadas al alojamiento, alimentos o recreación quienes sorteando la tempestad han logrado frutos mostrando las bondades de nuestro país tanto nacional como internacionalmente. Honor a quien honor merece. Son ellos quienes van conformando los eslabones más bajos de la pirámide de esta industria quienes sostienen -de manera antinatural, pues no debería ser así-, lo que queda de turismo en Venezuela.
Se lo que cuesta mantenerse actualmente en el sector. Soy un una persona con aspiraciones naturales en el ámbito profesional a la que, al igual que muchos, nos tocó -por ahora y algunos años más- hacerle frente al peor momento de nuestra historia, en condiciones de supervivencia y no de vivencias. Actualmente presido la Corporación Mirandina de Turismo, órgano a quien le he dado casi siete años de mi vida, y desde donde he podido tener una radiografía muy extensa de la realidad del sector. Sin cuñas ni tapujos, quien así lo desee puede indagar sobre la gestión que hemos realizado con los ínfimos recursos, es más, tan seguro estoy de nuestros logros, que invito a que me ayuden a conocer y difundir lo que hemos alcanzado en nuestro estado, en el resto del país. Y aclaro, no con el fin de comparar, si no con el fin de se conozcan esos esfuerzos, vengan de donde vengan y así –reitero-, exaltar a quien honor merece.
Esta carta abierta al sector turístico más allá de criticar, desahogarse o acusar a personas, busca conectarnos hacia un mismo objetivo, apuntar a la sujeción de voluntades, crear redes de apoyo y priorizar las necesidades de los más afectados. Los órganos de competencia nacional deben ser receptores -como nunca- de quienes quieren hacer las cosas bien y de calidad ya que buena cuota de la situación en que estamos se la debemos a hacer de la institucionalidad algo rutinario. Debe haber apertura a coordinar esfuerzos, garantizar el acceso a los productos y servicios, restablecer la seguridad jurídica y el estado de derecho y priorizar el trabajo mancomunado con todos y cada uno de los actores involucrados.
A los gremios y asociaciones los invito a eliminar esas válvulas de presión, a decir las cosas tal y como son y exigir en nombre de los miles de venezolanos que representan, a que se respeten sus derechos, a que luchen por mejoras y a que se consoliden como bloque.
A todos los prestadores de servicio turístico, mi respeto. Convengamos en lo mejor paraVenezuela, continuemos luchando día a día, sigamos siendo innovadores y utilicemos nuestra capacidad de adaptación para sobrellevar todas las contingencias. Crean que luego de esta tormenta, serán los primeros y no habrá nada que los haga temblar luego de esa victoria.
A los estudiantes, a esa generación de relevo que se esta formando actualmente en las distintas casas de estudio, los invito a transformar las limitaciones y deficiencias que los aquejan, lo utilicen como estimulo para transformar la realidad turística de nuestro país. Piensen que una vez formados, con visión vanguardista y ganas de trabajar, fortalecerán de manera contundente la base de la pirámide, impulsando así el aparato turístico nacional.
El turismo es una fuente inagotable de oportunidades, para todos los gustos. Lo mejor de todo, es que siempre se reinventa, lo que les permitirá abrirse camino y progresar de manera sostenida.
En síntesis, esta carta abierta está orientada a todos quienes sufren el tricolor nacional Todos nosotros, estamos condenados a cambiar los paradigmas que arropan la belleza de nuestra gente y nuestra geografía. Creo, que lo más importante de la solución es darnos cuenta en donde estamos y a dónde queremos ir.
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