Las incertidumbres, hoy, del turismo español
15 mayo, 2022 (11:56:36)La información disponible, ampliamente difundida tanto en los medios especializados como en los de carácter general, indica una muy fuerte recuperación de la demanda turística tanto nacional, como en nuestros principales mercados emisores europeos. Y esta recuperación se produce superando las incertidumbres de todo tipo, geopolíticas y económicas. Y sin olvidar la amenaza latente de una nueva ola de la pandemia, que trastocaría todas las expectativas favorables, y que, en todo caso, ha supuesto la renuncia temporal a los mercados emisores asiáticos. Sin embargo, este artículo pretende centrarse en la relación entre las dificultades de la economía y la fortaleza de la demanda
Las circunstancias geopolíticas, o sea la invasión de Ucrania por Putin, ha supuesto la pérdida de los mercados ruso y ucraniano, aunque pueden tener un efecto marginal beneficioso frente a los destinos del Mediterráneo oriental. Las segundas, las económicas, son las que pueden ser una amenaza muy relevante y las que plantean la gran incógnita que pesa sobre el turismo español y que podría expresarte en la pregunta: ¿El deseo de recuperar las vacaciones será más fuerte que los efectos del debilitamiento de la economía, lastrada por la fuerte inflación y las medidas de incremento de los intereses que el Banco Europeo (BE), como ya aplicado la Reserva Federal norteamericana y el Banco de Inglaterra, se dispone a establecer?
En un reciente fórum, organizado por la revista que acoge este artículo, un participante, especialmente cualificado, afirmó que la subida de los tipos de interés del BE tendrá un efecto relativamente positivo, ya que facilitará el control de la inflación desbocada que experimenta la economía europea, y que es mucho más perjudicial que el incremento del precio del dinero. Parecer claro que el brutal incremento de los precios de la energía, y, muy especialmente, de la inflación subyacente va a reducir el porcentaje de la población española y europea capaz de mantener su deseo de vacaciones y de su nivel de gasto dedicado a las mismas. En cuanto a la demanda norteamericana, el efecto negativo del alto nivel de la inflación que también padecen puede verse paliado, en parte, por la revalorización del dólar frente al euro.
Esta es la primera gran incertidumbre a la que se enfrenta el turismo español, cuya evolución decidirá si puede alcanzar unos niveles de actividad que le permitan superar los dos años pasados, que no es exagerado calificar de catastróficos, ya que el turismo ha sido uno de los sectores productivos que han resultado más dañados por la pandemia. Si así fuera, bien podría afirmarse que, una vez más, el turismo ha salvado a la economía española. En todas las crisis económicas modernas, la recuperación de la economía española ha venido del sector exterior. En esta ocasión, las exportaciones de bienes se enfrentan a especiales dificultades, y por ello serán, posiblemente, un factor de efectos más limitados que en crisis anteriores en la dinamización de la actividad económica. Por ello le corresponde al turismo volver a jugar un papel fundamental en la reactivación de la economía nacional.
La otra incertidumbre que pesa sobre el turismo español ya está despejada. El Gobierno, a través del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, ya lo ha dejado meridianamente claro: el turismo no tendrá un PERTE. Lo asombroso de esta postura no es ya el desconocimiento del factor dinamizador del turismo sobre el conjunto de la economía (cada euro generado por la actividad turística genera otro en los restantes sectores productivos), sino en las razones que se aducen para negar un PERTE al turismo. Se ha afirmado que el motivo de esta negativa es que “el 90% de las empresas turísticas son pequeñas o muy pequeñas, incapaces de asumir la inversión”. Se afirma, así mismo, que en el sector turístico “no hay una empresa o grupo de empresas que arrastre a toda la cadena de valor y que permita que la inversión se distribuya por todo el sector, a diferencia de los sectores de la energía o del automóvil”. Ante esta postura cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo ha sido posible que el turismo español sea uno de los más competitivos del mundo según los análisis del "Wolrd Economic Forum"?
Al mismo tiempo que se niega el PERTE al turismo, se afirma que ya hay un Plan para el turismo por un importe de 3.400 millones € “que se centra en el destino, ya que éste puede irradiar los efectos de la inversión a la cadena de valor”. Claro que de este planteamiento están excluidos los destinos de sol y playa maduros, que son la mayoría de nuestros destinos vacacionales. A estos se les condena a un forzoso declive, salvo que el esfuerzo de modernización sea asumido íntegramente por el empresariado, con el apoyo de los Municipios, como ya está ocurriendo en diversos destinos que se están constituyendo en modelos de transformación, capaces de atraer un nueva demanda de mayor capacidad de gasto.
Lo llamativo es que al mismo tiempo que se niega el PERTE al turismo español, se le señalan unos ambiciosos objetivos: que sea “más rentable, más sostenible y de mayor calidad”, siendo el instrumento para alcanzarlos la “diversificación espacial, temporal y de mercados”. Esto se denomina adanismo, estos objetivos y estos instrumentos está ya definidos desde hace mucho tiempo y han inspirado permanentemente la actuación tanto de las Administraciones públicas como del sector turístico privado.
La única novedad hoy de la política turística de oferta, es que, paradójicamente, ni los objetivos son nuevos ni se presta el necesario apoyo para conseguirlos.
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