"Carpe diem" e inflación
13 agosto, 2022 (13:06:32)La temporada turística de verano de 2022 está a punto de concluir y, por tanto, es el momento oportuno de sacar conclusiones. Dos ideas podrían resumir su desarrollo: la frase latín “carpe diem” y la inflación.
Por lo que se refiere a la primera, es decir la decisión de disfrutar del presente, es indudable que es la que ha sustentado la rápida recuperación del turismo mundial, y, en concreto, del español.
Recientemente el director de un instituto de opinión recordaba que los filósofos griegos identificaron dos formas de responder a una situación de crisis: entregarse al disfrute del presente (epicureísmo), o refugiarse en una posición austera de resistencia ante la dificultad (estoicismo). Está claro que la sociedad se ha inclinado en esta ocasión por la primera actitud. Hay numerosos precedentes de este tipo de respuesta: el período de entreguerras (los “felices años 20”) y el hedonismo que después de la II Guerra Mundial se refleja en la novela de Sagan “Bonjour tristesse, coetánea con el existencialismo de Sartre.
Hay que señalar que esta rápida recuperación del turismo después de la pandemia, calificada por no pocos como sorprendente, no tiene nada de tal. Por el contrario, confirma un rasgo característico de la actividad turística, que ha sabido retornar a su nivel anterior superando en tiempo récord el impacto de las crisis que históricamente le han afectado, tales como los precios del petróleo en los sucesivos conflictos en Oriente Medio, o la amenaza terrorista, materializada en los atentados, entre otros, de las Torres Gemelas de Nueva York y el de Madrid.
Lo llamativo de la situación presente es la primacía que el consumidor mundial ha otorgado al turismo sobre otras posibilidades de utilizar el ahorro acumulado en dos años de limitaciones del gasto. La población española, también la europea y la americana, y, en menor medida la asiática, todavía afectada por la gestión pandémica, han apostado decididamente por disfrutar del viaje y las vacaciones después de dos años en los que ha tenido que renunciar a su disfrute. El viaje y la vacación se han convertido en una necesidad prioritaria una vez satisfechas las básicas, y por delante de otras formas de consumo. El viaje se antepone así a la moda y a la adquisición de bienes de consumo duradero.
Estamos ahora en un momento posterior al de la recuperación. Superado el impacto de la pandemia, la economía mundial se enfrenta a nuevas y graves incertidumbres, que se manifiestan en un acelerado proceso inflacionario, con un profundo incremento de los costes de la energía y de las materias primas, sumado a la disrupción de las cadenas de producción y distribución, y todo ello agravado por el conflicto armado desencadenado por el Presidente de Rusia con la invasión de Ucrania.
Esta incertidumbre es la que hace planear sobre el turismo la duda de si la rápida recuperación de la actividad se va a mantener en el tiempo, o si la actividad turística va a sufrir un estancamiento o, incluso, un retroceso, una vez que el ahorro acumulado se disipe, o la amenaza de la continuidad del proceso inflacionario aconseje a las familias a recuperar los niveles de ahorro para hacer frente a las dificultades previsibles.
En este sentido, cabe llegar a otra conclusión adicional: el turismo no ha sido un factor relevante en alimentar este proceso inflacionario, aunque en este punto la información disponible ofrece datos contradictorios. El estudio “The Hotel Pricing Outlook-Spain -Summer 2022”, de Simon & Kuchtner Partners, afirma que la tarifa mediana de los hoteles de costa españoles en el verano 2022 ha sido un 42% superior al aplicado en otros momentos de alta ocupación. Sin embargo, el Informe de Mombrian, que compara las tarifas de los hoteles en Europa en 2022 con las de 2019, señala que si bien los hoteles del Mediterráneo han “aumentado muy por encima” sus tarifas de 2019, las comparativas de precios pueden ser “muy engañosas” dada la inestabilidad y el proceso inflacionario, que han venido a “anular” esos aumentos de precios, por lo que no se ha traducido en un aumento de la rentabilidad de las empresas hoteleras. Los proveedores de servicios turísticos, sean transportistas aéreos, terrestres o marítimos, alojamiento, restauración y otras actividades de ocio turístico son especialmente sensibles a los movimientos de la demanda y son capaces de ajustar los niveles de precios, a la baja o al alza, en función de las variaciones de la demanda.
Lo que está fuera de toda duda es que el turismo ha sido la actividad económica que, una vez más, ha tenido una mayor capacidad de recuperación y que ha sido fundamental para mantener un cierto nivel de la economía española, en unos momentos en los que la inflación está afectando gravemente a la mayoría de los sectores productivos, construcción, industria, agricultura y ganadería, comercio y distribución, de nuestra economía. Basta citar un dato para sustentar esta valoración: según la Encuesta de Población Activa (EPA), entre abril y junio de 2022, el sector turístico ocupó a 2.718.098 trabajadores, lo que supone que el turismo ha generado respecto al año anterior más de la mitad del empleo (391.343 puestos de trabajo) creado por la economía española.
El sector turístico español sabrá, sin duda, tal como ha demostrado a lo largo de su historia, y ha corroborado en esta ocasión, superar con éxito las incertidumbres que planean sobre la economía y la política mundiales.
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