Gobernanza turística en tiempos convulsos: ¿hacia dónde vamos?
12 octubre, 2022 (21:30:52)Se sintetizan seguidamente, a modo de decálogo, algunas de las ideas desarrolladas en mi conferencia de la sesión inaugural del XXII Congreso de la Asociación Española de Expertos Científicos en Turismo (AECIT), pronunciada el pasado 6 de octubre de 2022 en Ourense.
1.-La pandemia ha dejado cicatrices en el sector turístico español, y su diagnóstico es clave a la hora de formular una estrategia para su recuperación, así como una nueva gobernanza capaz de implementarla.
2.-Pese a su acreditada resiliencia, esta crisis deja un sector más vulnerable económicamente por varias razones, entre ellas: mayor endeudamiento (las empresas turísticas han drenado casi 1.900 millones de euros de los fondos de la SEPI y de COFIDES para las empresas afectadas por la covid-19), no pocas empresas “zombis” (Jimeno de la Maza y Redondo Cristóbal, 2022) e insolvencias concursales, venta de activos (hoteles, ‘rent a car’) y grandes dificultades para encontrar mano de obra en cantidad y cualificación suficientes (una cierta huida de las actividades ligadas al sector que ha agudizado el desajuste entre la oferta y la demanda, más allá de lo que en otros países se conoce como la gran renuncia o la gran dimisión).
3.-En un entorno convulso, los datos del pasado verano, cercanos o incluso por encima de la pre-pandemia según destinos y reflejo del llamado “efecto champán”, no deben encandilarnos y ocultar la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del entorno actual (marcado por la inestabilidad derivada de conflictos bélicos, la inflación y su impacto en la renta disponible, los precios y la capacidad de consumo turístico, etc.), con una pregunta subyacente: ¿es la recuperación simplemente volver a las cifras de viajeros, pernoctaciones, tasas de ocupación, etc. de 2019?
4.-El debate se encuentra polarizado entre los dos extremos de un continuo: la vuelta al modelo pre-pandemia (volumen, crecimiento) o la transformación de dicho modelo con base en una nueva métrica del éxito. ¿Qué cabe entender por recuperación, más allá del referido “efecto champán”? Por ejemplo, cuando se alude a la búsqueda de un “turismo de calidad”, como paradigma de esa transformación, ¿qué se quiere decir? ¿Tiene una connotación estrictamente económica, es decir, un turista con un mayor gasto medio diario, o quizás el turista de calidad es aquél que valora, respeta y minimiza el impacto sobre el medio natural y los modos de vida de las comunidades receptoras? No siempre el discurso (el del cambio) coincide con la realidad que podemos observar (la vuelta atrás con el más de lo mismo).
5.-La industria turística no podrá ser ajena a las 3S’s que van a marcar el futuro de la sociedad contemporánea: Seguridad (consecuencia de la pandemia), Smart (derivada de la revolución tecnológica, con la digitalización como, quizás, principal exponente) y Sostenibilidad, tanto social como ambiental (con el punto de mira puesto en el cambio climático y la aplicación de los principios de la economía circular). Quienes no se alineen con estos tres grandes motores del cambio quedarán, antes o después, fuera del mercado (de la sostenibilidad económica).
6.-Teniendo en cuenta los tres referidos vectores, en la configuración de los posibles escenarios post-pandemia intervendrán, principalmente, tres elementos: el comportamiento de las empresas, la evolución de la demanda y las presiones del entorno institucional.
7.-Entre las empresas siempre encontraremos líderes y seguidores, organizaciones proactivas y reactivas. La demanda, en términos cuantitativos, se ve afectada por factores que estimulan su expansión, pero también por otros que apuntan a su contracción; y en términos cualitativos se ve influida por la evolución de las preferencias y prioridades que se instalan en la sociedad, consecuencia de sus dinámicas de cambio. Y en cuanto al entorno institucional, las presiones coercitivas que emanan de la regulación que las Administraciones públicas ejercen son un factor decisivo (sin olvidar otro tipo de fuerzas) por su capacidad para guiar el comportamiento de los operadores turísticos. Este último factor se vislumbra como clave, sobre todo en lo que a la sostenibilidad se refiere: el avance que se espera no será tanto fruto de las presiones de la demanda (aunque existan segmentos más exigentes al respecto), como de las derivadas del entorno institucional (incluidas las normativas y miméticas, además de las coercitivas ya referidas).
8.-Un tejido empresarial dominado por una cultura reactiva ante estos cambios, con una demanda que se contrae y un bajo nivel de presión institucional conducirían a la situación pre-pandemia. Por el contrario, la proactividad de las empresas, la expansión de la demanda y la alta presión institucional favorecerían un avance rápido hacia ese nuevo modelo que muchos reclaman (me incluyo). Entre estos dos extremos se encontrarían situaciones de avance asimétrico en velocidad e intensidad del cambio.
9.-El último elemento con el que hilvanar este discurso es la gobernanza turística, sin la cual el referido cambio no será efectivo. La recuperación de la movilidad espacial de la población ha vuelto a poner encima de la mesa los problemas de la turismofobia, de los límites del turismo (¿dónde están?) y su desarrollo sostenible, de la política y planificación turística…de la gobernanza, en definitiva, sobre la que deberíamos preguntarnos qué hemos aprendido tras el trauma de la pandemia y qué debería cambiar. Necesitamos aún más perspectiva temporal para determinar el grado de aprendizaje que ha tenido lugar en cada destino, pero, a juicio de quien escribe, sí parece claro algo que debería cambiar, a lo que dedicaré el punto final de este decálogo.
10.-Más que de gobernanza, hoy se habla de co-gobernanza, es decir, de la colaboración público-privada, que es sinónimo de una gobernanza a dos. La cooperación entre las Administraciones públicas (púbico-pública) y de éstas con las organizaciones empresariales (público-privada) es necesaria, muy importante, pero no suficiente, porque no son los únicos actores concernidos. Una alianza con la ciudadanía es imprescindible, y más para la primera potencia turística del mundo. ¿Cabe definir el modelo de desarrollo turístico para un territorio sin quienes residen en él? El turismo no se hace por parte de los representantes políticos y empresariales para la gente del lugar, sino con ellos: para vs con, esa es la gran diferencia, y suele ser el eslabón perdido en los procesos de planificación turística. Identificar a los interlocutores de los grupos de interés del territorio en cuestión y articular mecanismos permanentes de participación, no sólo con voz sino incluso con voto en la toma de ciertas decisiones que condicionan severamente sus vidas, entraña una complejidad añadida, pero es la mejor manera de apostar por la turismofilia, es decir, de atajar la turismofobia, la desconfianza, el desapego, que tanto daño hacen. Algunos destinos ya lo están poniendo en marcha…algo empieza a cambiar. A la ecuación de los tradicionales partenariados público-privados deberíamos añadir un tercer elemento: la gente, los residentes en las comunidades receptoras de los flujos turísticos: la P de People.
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