Los aeropuertos del futuro ya llegaron, pero no todavía a España

La espera en los aeropuertos condiciona la experiencia del usuario. No es ninguna novedad, ningún viajero quiere enfrentarse a una larga espera antes de abordar su vuelo. A la larga espera, se le suma el estrés y la preocupación por no saber si uno va a llegar finalmente a la puerta de embarque. Lo que parece ser una pesadilla, en los últimos meses se volvió realidad para los pasajeros en los aeropuertos españoles. Principalmente en el aeropuerto de Barcelona-El Prat, donde recientemente la fila de espera llegó hasta la calle.

(Foto: Flickr)

El desborde de los aeropuertos españoles comenzó en abril y persiste hasta el día de hoy, en la temporada alta de vuelos. Los factores son varios aunque parecen ir cambiando a lo largo de los meses. En un principio se trataba de los cambios impuestos tras la nueva reglamentación antiterrorismo instaurada por la Comisión Europea y que entró en vigor en el mes de abril. A partir de la implementación de esta normativa, todos los viajeros deben mostrar sus pasaportes al entrar y salir del espacio Schengen. Si bien se creía que esto había causado problemas en los aeropuertos europeos, los motivos de las colas de este mes son diferentes.

Esta vez los problemas que se desarrollaron en el aeropuerto de Barcelona durante los últimos días, no tienen que ver con los controles de pasaportes sino con los primeros controles que atraviesan los viajeros al acceder a la zona de embarque. Los mismos son gestionados por la empresa española Eulen que ofrece servicios de seguridad y se encarga de los chequeos previos a la sala de espera. Las versiones con respecto a las causas de las demoras son difusas. Algunos aseguran que el retraso está relacionado con la huelga que los trabajadores de Eulen tienen prevista para los próximos días. Mientras que desde la empresa aseguran que esa no es la causa y que justamente, la lentitud de los controles se debe a la falta de personal.

Lo cierto es que en el aeropuerto de Barcelona el tránsito de pasajeros ha presentado un gran incremento en los últimos meses con respecto al año anterior. Lo que sin dudas, debería estar acompañado de soluciones que permitan mejorar la experiencia de los pasajeros. Si las cifras del flujo de pasajeros aumentan, las medidas también deben hacerlo porque si no, efectivamente el sistema desborda.

Aeropuertos como el de Copenhague encontraron soluciones a esos problemas. Para mejorar la eficiencia, el aeropuerto se centró en el desarrollo de hábitos digitales. Las filas de espera, la falta de personal o la lentitud, dejaron de ser un problema para el aeropuerto danés, gracias a la tecnología. A través de puestos automatizados, se lograron mejorar las operaciones durante los diferentes procesos de control que atraviesan los pasajeros.

Las autoridades aeroportuarias danesas aprovecharon la disponibilidad de tecnologías como la biometría, la blockchain y el big data, para desplegar un sistema de última generación y establecer fronteras inteligentes. La intensidad con la que estas tecnologías disrumpieron el sector, generó un cambio en los actores. De esta forma, las empresas comenzaron a reinventarse para poder actualizarse y mantenerse al día con las nuevas herramientas disponibles. Esto es lo que ha hecho la Imprimerie Nationale de Francia, que tuvo a cargo la instalación de puertas biométricas en el aeropuerto Lyon-Saint Exupéry. La empresa francesa que hoy en día es un proveedor líder de soluciones biométricas, años atrás se dedicaba a la impresión de libros. Lejos atrás quedaron los libros, el grupo adquirió recientemente la actividad de gestión de identidad de Thales para poder reforzar su posición en el sector biométrico. Un fenómeno que ya se ha registrado en otros ámbitos, en los que los negocios logran reinventarse gracias a la tecnología.

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El hecho de que las empresas estén interesadas en desarrollar estas tecnologías, demuestra el potencial de las mismas, como así también deja a entrever la necesidad del sector de contar con este tipo de soluciones. El ejemplo del aeropuerto de Copenhague no es el único. Existen otros casos en los que se han desplegado soluciones innovadoras en el sector. Desde hace meses, se empezó a hablar de que en un futuro, la tarjeta de embarque no será más necesaria. Algunas aerolíneas como JetBlue, Delta y KLM, ya han comenzado a probar el embarque por reconocimiento facial. Además, mientras algunos soñaban con el 'selfie check-in', la brasileña Gol lo hizo posible al asociarse con la empresa FullFace Biometric Solutions especializada en la identificación de personas. A través de la aplicación móvil de la compañía, se les ofrece a los pasajeros la posibilidad de realizar el embarque a través de una selfie, implementando tecnología de reconocimiento facial.

Los aeropuertos del futuro ya están desarrollándose. Al menos, eso puede deducirse de la investigación presentada por la firma de diseño y arquitectura de Dallas, Corgan, en la que se analiza cómo evolucionarán los aeropuertos gracias a la tecnología. Según la compañía, las inversiones en infraestructura y tecnologías, le permitirán a los aeropuertos erradicar la espera. De esta forma, los pasajeros transitarán por las terminales más rápidamente y habrán menos barreras físicas gracias a los nuevos y sofisticados sensores.

El aeropuerto Changi de Singapur es el perfecto ejemplo de cómo serán los demás. El aeropuerto es distinguido desde hace cinco años como el mejor del mundo por Skytrax. Y es considerado además un pionero en la industria tras desarrollar un programa conocido como 'Changi Airport Living Lab' para impulsar la innovación y las soluciones tecnológicas.

La falta de personal, citada como una de las causas de los retrasos de los vuelos españoles, parece una excusa de otra época. Los retrasos existen porque falta una mirada crítica que identifique las oportunidades inexploradas en el sector como así también las que ya se encuentran disponibles y que no se están implementando. Mientras en el mundo se habla de la innovación y de las tecnologías que están revolucionando la aviación, en España se habla de personas esperando fuera de las terminales, por el desborde producido por las largas filas de espera.