La máquina del crecimiento turístico
17 junio, 2024 (05:46:40)En septiembre de 1976, el sociólogo estadounidense Harvey Molotch publicó en el American Journal of Sociology el artículo titulado “The City as a Growth Machine: Toward a Political Economy of Place”, que dio origen a la llamada “Growth Machine Theory” (Teoría de la Máquina del Crecimiento), según la cual, en su aplicación al turismo, las élites locales y otros actores influyentes buscan convertir sus áreas de influencia en destinos turísticos atractivos, impulsando así el crecimiento económico. Esas élites o actores son, sobre todo, de carácter político y empresarial, que actuarán conforme a sus intereses. En resumen, esta teoría proporciona un marco para entender cómo las élites locales impulsan el desarrollo turístico para lograr el crecimiento económico, y cómo estos esfuerzos pueden generar tanto impactos positivos como negativos para las comunidades locales. Por tanto, si queremos entender lo que sucede en un determinado territorio, identifiquemos a esos actores influyentes y sus intereses, cómo se interrelacionan o incluso coaligan, cómo las políticas públicas y las regulaciones son moldeadas como reflejo de los intereses dominantes, y cómo los beneficios y los costes del crecimiento turístico se distribuyen entre los diferentes colectivos allí radicados (beneficios económicos versus costes ambientales y sociales).
Aunque estamos asumiendo la hipótesis de un crecimiento dirigido por el turismo (dada la alta dependencia de este sector que, cada vez más, caracteriza a la economía española, tanto de forma directa como a través de la demanda que induce en otros sectores), también existen evidencias de que un mayor crecimiento económico (aunque sea por otras vías) trae consigo una mayor inversión en infraestructuras y servicios públicos, lo que a su vez contribuye a mejorar el atractivo turístico y, con ello, a impulsar la demanda. En este sentido, algunos autores sostienen que existe una dirección de doble causalidad, que puede considerarse, a mi juicio, la más plausible.
No obstante, hay estudios que señalan que una excesiva especialización en el sector turístico puede perjudicar el crecimiento económico en el largo plazo. “El argumento es que como el turismo es un sector intensivo en mano de obra, su desarrollo puede detraer recursos de otros sectores más productivos (Inchausti-Sintes, 2015), lo que reduce la acumulación de capital humano (Kozic, 2019). Esto se conoce comúnmente como la ‘enfermedad de la playa’ (Beach Disease)”[1]. En la turistificación excesiva y los efectos de esta enfermedad encontramos al menos parte de la justificación de los brotes de turismofobia y las manifestaciones vecinales adversas a las que venimos asistiendo en cada vez más destinos.
Pero como lo del largo plazo no parece ser lo nuestro (como la adaptación a la crisis climática, a la que estamos muy expuestos), desengáñese, apreciado/a lector/a, está anunciado: "El turismo debe evitar caer en la trampa del decrecimiento" [2]. Pese a lo antedicho, a las ecotasas, a las regulaciones a uña de caballo en función de la fuerza relativa de los lobbies que entran en juego, … , la máquina del crecimiento turístico en España no va a parar, pese a ciertos paños calientes mediáticos para apaciguar algunos ánimos. Por las presiones de los afectados, será un crecimiento con algunos matices diferenciales respecto al pasado (como su tinte verdoso) [3], pero imparable salvo hecatombe (sanitaria, financiera o de cualquier otra naturaleza): ya se habla, según un reciente informe elaborado por Google y Deloitte [4], que de los 85 millones de turistas del año pasado, pasaremos, con récords sucesivos, a recibir 110 en 2040, convirtiéndonos en el país con más turistas del mundo (aparte el turismo doméstico, claro, que cabe presumir que seguirá evolucionando al alza).
Y es que hay factores de dos tipos que impulsarán la industria de los viajes:
*Unos, por tratarse de megatendencias de la sociedad contemporánea, que no dependen de nosotros: como la reducción del tiempo de trabajo (o aumento de la ociosidad), el aumento de la esperanza (y la calidad) de vida, la consideración social del turismo como un derecho, el crecimiento de las clases medias en gigantes como India [5] y otros países en desarrollo… aunque también existan riesgos o factores que pueden jugar en contra (como el mayor coste de medios de transporte como el avión, las limitaciones o restricciones medioambientales, etc.).
*Y otros que sí dependen de nosotros, de nuestras políticas económicas: '... sin turismo "de gran masa" la economía se hunde por la falta de industria' [6]. He aquí la declaración de dónde está el problema de fondo, hecha por el presidente de una organización empresarial de relieve: hemos puesto y seguimos poniendo casi todos los huevos en la misma cesta, lo que nos hace más vulnerables, pese a su brillo inmediato. No parece que hayamos aprendido mucho (una economía diversificada es más resiliente), aún más cuando se hace sin una planificación rigurosa para absorber unas externalidades que, como otro destacado empresario declaró muy recientemente, nos estallarán en la cara (lo están empezando a hacer ya, diría yo) [7].
Las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a gestionar mejor los flujos turísticos, no cabe duda, pero también una nueva gobernanza inclusiva [8] que dé cabida a todos los grupos de interés, más allá de a los representantes políticos y a los representantes empresariales. Cuando se argumenta que sigue habiendo margen para crecer, sobre todo si se desconcentra el turismo espacial y temporalmente, a pesar de parecer razonable, me pregunto si quienes no están ahora sujetos al trasiego propio de esta actividad, con sus pros y sus contras, querrán que sus barrios o pueblos sean promocionados como nuevos destinos, sin estar preparados para ello: ¿alguien les preguntará al respecto y les tomará en cuenta, pese a que sus vidas se pueden ver sustancialmente afectadas?; ¿alguien les preguntará a quienes están sometidos a la presión del turismo unos meses al año si quieren que siga siendo así durante más tiempo, o permanentemente, y bajo qué condiciones? No estamos habituados a hacerlo, a alcanzar estos consensos, pero es imperativo trabajar en esa dirección.
Hay que prepararse, pues en este marco llenar los destinos tradicionales como hasta ahora tendrá cada vez menos valor: el problema no será tanto conseguir clientes como personal cualificado para cubrir ciertos puestos de trabajo. Sin embargo, se requerirá:
*Más planificación (en sentido amplio, incluyendo la urbanística) y capacidad de gestión (de los servicios públicos y los flujos turísticos), pero menos promoción para según qué épocas del año (aunque quizás más para otras).
*Transitar desde los modelos de gobernanza verticales y bipolares (con representación pública y empresarial) hacia modelos multipolares más complejos e inclusivos.
*Definir, por lo machacón del mensaje, qué se entiende por “turismo de calidad”, que es, por activa y por pasiva, el modelo que, en discursos de todo tipo, se dice perseguir. Se puede estar de acuerdo o no, pero en Nueva Zelanda lo han hecho de forma muy clara: menos turistas de clase baja y más gente rica [8]. Sin eufemismos ni ambages: ¿es este el cambio que se pretende para reducir la presión de las masas (hoteles de lujo, cruceros de lujo, ...)? Sea como fuere, una vez definido en qué consiste el cambio deseado desde el punto de vista de la demanda, la pregunta es si la oferta está preparada para el mismo y cómo cubrir la brecha que pueda existir.
Diría que la cuestión no está solo en el número de turistas/excursionistas, sino en cómo estos se comportan, no únicamente desde un punto de vista económico, sino de su respeto al patrimonio natural y cultural del destino, así como a sus congéneres del mismo (los ricos no tienen por qué ser los mejores, más allá de por su capacidad de gasto). Lo cual nos lleva a la educación para el turismo: estar en modo vacaciones no justifica de forma alguna el olvido de las normas básicas de convivencia, que los gobernantes deben hacer cumplir, sin hacer dejación de su responsabilidad al respecto.
Y estamos a las puertas del verano, del periodo vacacional por excelencia…
[1] https://nadaesgratis.es/david-boto/que-sabemos-de-la-relacion-entre-turismo-y-crecimiento-economico
[2] https://www.hosteltur.com/164064_miguel-sanz-el-turismo-debe-evitar-caer-en-la-trampa-del-decrecimiento.html
[3] https://www.linkedin.com/pulse/la-burbuja-del-turismo-y-sus-paradojas-alfonso-a-vargas-s%2525C3%2525A1nchez-slmmf/
[4] https://perspectivas.deloitte.com/l/915781/2024-06-11/t9wxf/915781/17180970624JfWZbST/20240305_Viajeros_Destinos_NextGen_Google.pdf
[5] https://www.hosteltur.com/164060_nuevo-gigante-a-explorar-las-aerolineas-no-pierden-de-vista-a-la-india.html
[6] Y lo dice un cualificado representante empresarial: https://www.ondacero.es/emisoras/comunidad-valenciana/marina-baixa/noticias/presidente-ave-afirma-benidorm-que-turismo-gran-masa-economia-hunde-falta-industria_20240613666ae4d0fc83ee00013347a8.html
[7] https://www.hosteltur.com/163988_sarasola-la-turismofobia-el-gran-problema-que-nos-estallara-en-la-cara.html
[8] https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:activity:7157333873809403904/
[9] https://www.elblogsalmon.com/economia/protestar-mejor-turismo-realidad-abogar-turistas-clase-baja-que-vengan-ricos
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