Sin utopía no hay paraíso
Fundamentos para que no se desvanezca la magia del turismo 31 agosto, 2024 (07:45:22)Corría el año 2002, y una mujer de pueblo, sin estudios, hija mayor de una familia de 9 hermanos, que labró la tierra y posteriormente cosió vestidos para ganarse la vida, me dio la mejor definición de utopía que he escuchado nunca: “Yo siempre miro lejos para no caer cerca”. ¡Gracias abuela por este regalo que me acompaña siempre en mis reflexiones!
¿Qué sería de la sociedad sin la utopía? La utopía tiene en su ADN la ilusión por un futuro mejor. No conozco a nadie que no quiera prosperar, cada uno a su manera. Nos aferramos a la idea de que “mañana” podemos estar mejor que “hoy”, y esa es la fuerza que necesitamos para seguir adelante, para levantarnos cada mañana y luchar para estar mejor.
El listado de la “prosperidad” y de los “deseos” para cada persona es diferente. Pero hay varios comunes denominadores y uno de los más destacador es viajar. En esencia un viaje es una ilusión de vivir experiencias nuevas o repetir experiencias plácidas y conocidas. Mientras los viajes no sean por obligación (laboral, médica, familiar o de cualquier otra índole) sino que sean por placer y voluntad, la magia del turismo sale a escena.
Más allá de la rigurosidad y limitación de las definiciones oficiales, la esencia del turismo está asociada al placer y se expresa de múltiples formas. El turismo es una de esas actividades que ha tenido la virtud de regalar placer para todos sus agentes implicados: tanto en el espacio emisor (turistas, agencias de viajes, tour operadores…) como en el espacio receptor (población, alojamiento, excursiones, oficinas de información turística…). Por esto el turismo sigue siendo una de las actividades con mayor crecimiento territorial y económico en todo el mundo. Las sociedades abrazan al turismo como forma de diversificación o como palanca para el crecimiento, y ayuda a abrir mentalmente los países y enriquece sus economías. Y mientras se mantenga este equilibrio, el turismo seguirá creciendo y consolidando una posición reina dentro de los sectores productivos a nivel mundial.
¿Pero qué ocurre cuándo este equilibrio se rompe? Pues que la magia empieza a desvanecerse. Cuando los turistas mantienen una mirada de aprovechamiento y abuso sobre el destino, aparece el turismo de excesos. Cuando el residente percibe que el turismo genera más molestias que beneficios, aparecen las manifestaciones. Cuando el trabajador turístico percibe una mayor precariedad laboral frente a otros sectores, escasea la mano de obra. Y cuando la especulación urbanística asociada al turismo expulsa a residentes y trabajadores de ciertos territorios, aparece la gentrificación.
Estos son algunos de los ejemplos que están ocurriendo en destinos turísticos maduros y de éxito. Ciudades como Venecia, Barcelona, Amsterdam, Dubrovnik o Málaga, y espacios insulares como Canarias, Baleares o Santorini, han dado signos de agotamiento de sus modelos turísticos. Lo que se percibe en todos ellos es cierto cansancio así como pérdida de ilusión por un sector que siempre ha aportado placer para todos. El ansia de placer y una excesiva intensidad turística están rompiendo la magia que siempre había aportado el turismo.
No obstante, se están percibiendo lagunas importantes en las quejas y reclamaciones al turismo. Todo el mundo es entendido en futbol, política, diagnósticos médicos y, también, turismo. La mayoría desconoce qué es el turismo y qué incluye todo su sistema turístico. Desconocen reglas básicas como qué es la oferta (territorio receptor) y qué es la demanda territorio emisor). Y la mezcla de esta ignorancia con el hecho de que el turismo es una actividad cercana a la gente, facilita que cualquiera se apunte al deporte nacional de la opinión. Y no se confunda la “libertad de expresión” con que todo el mundo opine sobre cualquier tema: hay opiniones formadas, pero lamentablemente hay demasiadas opiniones sesgadas.
Esquema del sistema turístico. Fuente: Turisme o no turisme? Reptes per a la Mallorca del segle XXI, 2023.
Por otro lado, también se percibe intencionalidad y carga ideológica para verter críticas hacia donde no corresponde. Oportunismo sindical, discursos académicos populistas, apoyos hipócritas de líderes políticos que han estado al frente de la gestión pública y sus palabras no se corresponden con sus hechos, son algunas muestras de un ataque al turismo con claros fines ideológicos. Esta manipulación no visualiza el daño que puede llegar a generar en el sector (ignorancia de nuevo), y si lo visualiza demuestra su egoísmo e impasibilidad ante la posibilidad de que las consecuencias de sus actos se puedan llevar a muchos inocentes por delante.
¿Qué ocurre entonces cuando las manifestaciones populares y las “voces autorizadas” de las mismas vierten sus críticas de forma sesgada? Pues que se demuestra que el debate es pobre, escasea el rigor, y se falta a la verdad. Tres pilares que deberían ser intocables para conseguir territorios prósperos, tanto en materia turística como en cualquier otro ámbito. Los territorios receptores (los destinos) tienen sin duda muchos retos por delante. Pero no olvidemos que en un mundo cada vez más interconectado, en el que todo el mundo quiere viajar más y mejor, los territorios emisores (la demanda) son clave para una eficaz gestión turística.
Necesitamos recorrer de nuevo a la utopía para reconducir una situación complicada que, de no gestionarse adecuadamente, puede explotar y ocasionar daños duraderos. La utopía debe trazar el camino para que los modelos turísticos evolucionen tanto desde la oferta como de la demanda, porque el inmovilismo es tanto o más nocivo que la ignorancia y la manipulación. Los modelos deben evolucionar teniendo como bandera el debate riguroso, ni populista ni sectorialista, y buscando de nuevo el equilibrio entre todos los actores: y si miramos lejos, unidos y en consenso, seguro que no caeremos cerca, y crearemos un paraíso.
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