¡Qué mala noticia: el turismo español sigue progresando!
28 diciembre, 2024 (12:19:57)El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de publicar las Cuentas Satélites del Turismo español correspondientes a 2023. Según ellas la actividad turística en España alcanzó los 184.002 millones de euros, representando el 12,3% del Producto Interior Bruto de la economía nacional, y, en términos de empleo, proporcionó 2,56 millones de empleos, que representa el 11,6% de los puestos de trabajo de ese año. Del consumo turístico, el 55% procedió del turismo receptor, con lo que ello significa para el equilibrio de la balanza de pagos.
Pues bien estos datos, aparentemente muy positivos desde el punto de vista tanto económico como social, son contemplados con preocupación, incluso con alarma, por parte de la opinión publicada. El principal periódico de Cataluña, en la carta firmada por uno de sus directivos se dice: “se mire como se mire, hay una lectura sin duda preocupante de esta nueva entrega estadística: la economía española, incapaz de diversificarse, es cada vez más dependiente de un sector tan volátil como el turismo”. Y añade, en ilustración de la volatilidad de esta actividad económica el recuerdo de la pandemia y “ como puede afectar a la economía de los viajes la película de terror que se avecina cuando Donald Trump se siente a los mandos de EE.UU.” Sin desdeñar este riesgo, que algunos analistas pronostican que puede suponer has un 1% del PIB mundial, más amenazantes son los conflictos armados, algunos en Europa o muy próximos.
Podría pensarse que ésta no es sino una opinión personal, aunque relevante por el medio en que se publica y el rango directivo del que la emite. Sin embargo, no se trata de una opinión aislada, ni se limita a la opinión publicada. No son tan lejanas las posturas de miembros del Gobierno español acerca del turismo achacándole su escaso valor añadido, y la baja calidad del empleo que proporciona. No hay sector económico que haya recibido menos apoyo económico que el turístico, que no ha merecido ni un ERTE. Afortunadamente se salva de esta desidia la política de promoción de nuestro turismo en el exterior, que siempre ha estado en la vanguardia.
También este enfoque negativo tiene su reflejo en la política que aplican al turismo algunas Administraciones públicas, que una vez que han contribuido a agravar el problema de la masificación y la presión sobre la escasez de vivienda por su incapacidad para regular de una manera razonable y eficaz la oferta de pisos turísticos, la solución que están aplicando es aumentar la presión fiscal a la actividad turística. El opinante al que se refiere este comentario tiene un ejemplo muy cercano.
El artículo citado señala como causa de fondo de esta indeseable situación “la maraña de intereses creados y el cortoplacismo político que son muy responsables de la incapacidad de desarrollar sectores económicos alternativos”. ¿Se está insinuando el disparate de que el turismo impide desarrollar otros sectores económicos, cundo precisamente el impacto del turismo en los demás sectores de la economía nacional es prácticamente equivalente al de su aportación al PIB? ¿Es que en Cataluña y en las demás regiones españolas no es compatible el turismo con otras actividades económicas como la realidad demuestra?
En cuanto a la volatilidad del turismo, la reciente experiencia de la pandemia no ha hecho sino confirmar lo que la historia de la actividad turística ha puesto de manifiesto: la resistencia (hoy se hablaría de resiliencia) del turismo a las diferentes crisis, económicas (precios del petróleo), conflictos armados, amenazas terroristas y pandemias ha sido una constante. No hay sector económico que se haya recuperado con mayor fuerza y mayor velocidad de estas situaciones.
Por último, en el artículo comentado se dice que “hay que convenir que cada vez hay más consenso sobre la conveniencia de lograr un turismo menos numeroso pero de más calidad”. ¿Por qué contraponer ambos términos. Dejemos aparte el manido eufemismo de la calidad y hablemos de rentabilidad, que es fundamental para los destinos, para los actores de la actividad turística y, en definitiva, para incrementar el valor añadido de nuestros productos turísticos. En cuanto al número, no se pueden ignorar la multitud de potenciales destinos en la llamada España vacía para los que la actividad turística sería un potente instrumento de desarrollo.
No pretendo causar desánimo en el autor del artículo objeto de este comentario, pero las perspectivas del turismo español son buenas. Estamos a punto de cerrar el ejercicio 2024 y, basándose en los datos disponibles, se anticipan cifras históricas tanto en turistas internacionales como en gastos e ingresos turísticos. Hasta octubre recibimos 82,9 millones de turistas con un gasto de 110.984 millones de euros. Según Exceltur, la aportación del turismo al PIB nacional podría llegar en 2024 al 13,4% En cuanto a empleo, y con datos a septiembre, el sector turístico generó el 15,6% del total de la creación de empleo, y lo que es más importante, y que puede ser una gran sorpresa para muchos, el 91,4% de esa contratación fue indefinida.
Y todo ello asentado sobre la base de una mayor rentabilidad (calidad en términos del articulista), lo que refleja que el turismo español sigue progresando en el cambio de modelo, que no es una aspiración presente sino una constante histórica. Pero este punto bien merece otro comentario.
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