¿El turismo es un freno para el desarrollo de otros sectores de la economía nacional?
26 febrero, 2025 (11:44:33)Recientemente, he leído, con toda la atención que merecen sus aportaciones, por su calidad de experto y catedrático de Universidad, un artículo del profesor Alfonso Pérez-Vargas. En él se analizan las relaciones entre el turismo y los restantes sectores de la economía, y se acuñan dos interesantes conceptos: los de “sobreturismo” y “sobredependencia del turismo”, así como la posible relación entre ambas variables. Dejemos para otra ocasión el abundantemente tratado y, sin embargo, controvertido, “sobreturismo”, y la interesante relación entre ambos conceptos, y centremos hoy el análisis en el prometedor “sobredependencia del turismo”. No obstante, y antes de abandonar el primer tema, solamente una consideración que sigue sin explicación satisfactoria: ¿Por qué no se asocia el concepto de “sobreturismo” a uno de nuestros destinos con mayor capacidad de atracción, histórica y actual, del turismo tanto nacional como internacional como es el caso de Benidorm. ¿Será, quizás, por su magnífica gestión integral de sus recursos, que incluye un cuidado especial de la sostenibilidad económica, social y medioambiental?
Pero vayamos al tema de hoy, la “sobredependencia” del turismo. El profesor Pérez-Vargas la define así:”la sobredependencia económica se produce cuando un territorio depende de manera excesiva del turismo para su desarrollo económico, al estar muy limitada la diversificación de su estructura productiva”.
El profesor Pérez-Vargas advierte, con toda cautela, que el concepto de “sobredependencia del turismo”, como el de “sobreturismo”, no es “un concepto absoluto, sino relativo, por lo que su identificación requiere de algún elemento de comparación o umbral de referencia”. Esta advertencia es especialmente útil para diferenciar si el concepto de “sobredependencia del turismo” lo estamos refiriendo a un destino o región concretos o al conjunto de España. A mi juicio el concepto es aplicable a la economía de destinos específicos, o incluso regiones concretas, pero menos al conjunto de la economía nacional española. Algunas de cuyas áreas, tanto ciudadanas como rurales tienen un limitado desarrollo turístico. El propio profesor Pérez-Vargas parece también apuntar en este sentido, al incluir dos tablas estadísticas en su trabajo. En la primera recoge la evolución histórica de la contribución del turismo al PIB nacional, que, en 2004, provisionalmente, se estima en el 12,5%. En la segunda tabla se especifica esta contribución al PIB, en el mismo año, para alguna de las Comunidades Autónomas más turísticas: Islas Baleares 31%; Islas Canarias 29%; Cataluña 12%, y Andalucía 13%. En estas tablas se refleja, asimismo, la estrecha relación entre los que significa el turismo para el PIB de cada Comunidad Autónoma y el nivel del empleo en la misma.
Para el profesor Pérez-Vargas el principal riesgo de esta dependencia del turismo de estas CC.AA. es la vulnerabilidad del turismo a las crisis que puedan producirse (guerra, conflictos sociales, atentados terroristas, inestabilidad política, epidemias, catástrofes naturales, grandes accidentes) y pone como ejemplo la epidemia de COVID que paralizó totalmente la actividad turística. Aquí podrían apuntarse dos argumentos. El primero es la rápida recuperación de la actividad turística, que ha confirmado una constante que históricamente se ha repetido en las sucesivas situaciones de crisis que han afectado al turismo. El segundo es que la crisis de COVID afectó también a todos los demás sectores de la economía, sin que ninguno tuviera el potencial de rápida recuperación que ha manifestado el turismo.
Sin embargo, el aspecto fundamental que me ha suscitado el muy interesante artículo del profesor Pérez-Vargas es una consideración que no se formula en el artículo comentado, pero que sí es frecuente en muchos que no ven con simpatía al sector turístico y que lo minusvaloran, como de escaso valor productivo, ignorando el efecto inducido que provoca en los demás sectores de la economía nacional y poniendo de relieve la calidad del trabajo que proporciona (más de 2,8 millones de puestos de trabajo), tanto en términos de retribución como de temporalidad.
Para los que mantienen esta posición, el turismo incurre en un pecado mayor: la dedicación al turismo impide el desarrollo de otras actividades económicas. Nada más falso. Los ejemplos son patentes y numerosos. El primero es el de Cataluña, que es la Comunidad Autónoma que más turismo atrae, y cuya economía está muy diversificada. Esta consideración también es aplicable a otras CC.AA. como Andalucía y la Comunidad Valenciana. Y qué decir de Madrid, que está experimentando un auge turístico extraordinario, sin que afecte para nada, sino todo lo contrario, al resto de las actividades de su economía, que está en expansión acelerada.
La conclusión parece clara: el turismo fortalece la economía nacional y no es impedimento para el desarrollo de otras actividades económicas, que pueden verse favorecidas por el impulso que indirectamente ejerce la actividad turística sobre ellas. Si no se han desarrollo actividades alternativas al turismo en algunas regiones, habrá que preguntar a los responsables de la política económica de esas regiones.
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