La pandemia de la Covid-19 ha traído al primer plano el peligro de transmisión de enfermedades infecciosas a través de las vías aéreas. El sector turístico se ha visto –y se verá– directamente implicado en las tareas de prevención futuras de estas enfermedades, y jugará un papel importante para prevenir situaciones de masificación y falta de ventilación, tanto en aeropuertos u hoteles como en lugares de atractivo turístico.
Desgraciadamente apenas existen protocolos oficiales para la ventilación de las habitaciones y las zonas públicas, ni normas para reducir las bacterias o los virus transportados por el aire. Esto contrasta con la abundante regulación y recomendaciones preventivas que existen desde hace décadas para el control de las infecciones transmitidas por los alimentos y el agua. El desafío es diseñar protocolos y procedimientos válidos para situaciones reales que son diversas y difíciles de controlar.
Durante la pandemia Preverisk ha trabajado en estrecha colaboración con los hoteleros para desarrollar pautas que funcionen en la práctica. Se ha evidenciado la importancia de introducir medidas sencillas y claras, y probarlas en diferentes establecimientos, reconociendo que lo que puede funcionar en el hotel A puede no funcionar en el hotel B. Es necesario ser flexible y diseñar protocolos y procedimientos específicos para cada establecimiento. El seguimiento y las auditorías continuas son componentes esenciales y los resultados deben ser estudiados por un equipo multidisciplinar que pueda sugerir rápidamente mejoras.
En el siglo XXI, y del mismo modo que esperamos que el agua que sale de nuestros grifos y los alimentos que comemos sean seguros, tendremos que asegurarnos de que el aire que respiramos esté limpio. Por ello el nuevo reto para el turismo es: espacio y aire sano.