Por MARIA RODRIGUEZ VEGAS, en Transportes 26 de abril, World Pilots' Day

10 cosas que no sabías de la profesión de piloto

24 abril, 2025 (13:24:39)
Imagen nota de prensa Hosteltur

Cuando pensamos en los pilotos de aviones comerciales, es fácil imaginar una vida llena de viajes, hoteles y cierto aire de lujo. Pero detrás de esa imagen glamourosa, ser piloto es una de las profesiones más exigentes que existen. Su día a día está lleno de disciplina, concentración y una gran presión, ya que tienen en sus manos no solo una máquina que vale millones de euros, sino también la vida de cientos de personas en cada vuelo.

Con motivo de la celebración del World Pilots’ Day, este sábado 26 de abril, el Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla) ha realizado una consulta a 600 personas entre 18 y 65 para conocer la imagen que los españoles tienen de los pilotos. Y llama la atención que, frente a otras percepciones más frívolas, la mayoría tienen en gran consideración su alta cualificación y preparación (86%) y su máxima preocupación por la tripulación y el pasaje (61%). Asimismo, un 33% considera que son unos trabajadores más, pero que tienen una gran responsabilidad. Para acercar un poco más su realidad a la sociedad he aquí diez curiosidades sobre su desempeño profesional. Seguro que alguna de ellas no la conocías y consigue sorprenderte.

1. Estudian tanto como un médico (y a veces más). Convertirse en piloto no es solo cuestión de horas de vuelo. Antes de ponerse al mando de un avión comercial deben pasar por años de formación teórica y práctica. Para obtener la Licencia de Piloto de Transporte de Línea Aérea (ATPL), el estándar más alto, se requiere acumular más de 1.500 horas de vuelo, además de conocimientos en numerosas materias teóricas, como meteorología, navegación, derecho aéreo, operaciones de vuelo, fisiología humana o factores humanos, entre otras. Podría compararse su formación con la de los médicos o ingenieros aeronáuticos, no solo por la dificultad técnica, sino por la formación y actualización constante requerida.

2. Se examinan cada seis meses para mantener su licencia de vuelo. Un piloto no "saca su carné" y vuela toda la vida, sino que cada seis meses debe pasar por exámenes obligatorios en simuladores de vuelo avanzados que replican hasta el más mínimo detalle de una cabina real, donde se evalúa su capacidad para manejar emergencias, fallos técnicos y situaciones límite (despresurización, aterrizajes de emergencia, incendios en cabina, fallos eléctricos o hidráulicos...). Este nivel de preparación garantiza que, si ocurre una emergencia real, el piloto reaccione de forma profesional. Si fallan uno de estos exámenes pierden su derecho a volar hasta volver a ser habilitados. Según la encuesta de Sepla, más de la mitad de los consultados (56%) desconocían esta exigencia.

3. Son evaluados incluso mientras vuelan. Además de las pruebas oficiales, los pilotos pueden ser observados durante vuelos reales por un inspector de línea que evalúa su comportamiento, toma de decisiones y procedimientos. En otras palabras, viven en un proceso constante de evaluación, lo cual exige una mentalidad muy enfocada y tolerante a la presión. Todo está regulado y registrado: desde cómo hablan con el control aéreo hasta cómo manejan una turbulencia.

4. La fatiga es uno de sus mayores enemigos. Turnos nocturnos, desfases horarios, cambios de rutina y largos periodos sin descanso hacen que la fatiga sea una constante en la profesión de piloto. Aunque existen normativas que limitan las horas máximas de vuelo y obligan a descansos, la presión operativa de las aerolíneas a veces les lleva al límite, y los cambios de huso horario afectan al ritmo circadiano, generando un “jet lag” constante. Según la European Cockpit Association (ECA), más del 50% de los pilotos europeos ha reportado haberse quedado dormidos en cabina al menos una vez, debido a la fatiga acumulada. Sin embargo, la consulta de Sepla desvela que 7 de cada 10 españoles no son conscientes de hasta qué punto estos constantes cambios de huso horario afectan a su estado físico y mental, alteran su reloj biológico y aumentan su exposición a la fatiga.

5. Su bienestar físico se resiente por pasar tantas horas sentados. Pasar entre 8 y 15 horas dentro de una cabina no es tan cómodo como parece. El aire seco (con niveles de humedad de apenas el 10-15%), los cambios de presión, la falta de movilidad y el ruido constante afectan al cuerpo a corto y largo plazo. De esta situación comúnmente se derivan dolores de espalda y cervical, alteraciones del sueño, trastornos digestivos, deshidratación crónica y dificultades auditivas.

6. Su salud se revisa de forma estricta y periódica. Los pilotos comerciales deben pasar revisiones médicas exhaustivas cada 6 meses si son mayores de 60 años, o cada año si son más jóvenes. La mínima anomalía puede derivar en una suspensión temporal o definitiva de su licencia. Por ejemplo, un piloto con hipertensión, arritmias, problemas neurológicos o ansiedad severa puede quedar inhabilitado para volar. Estas revisiones no solo incluyen análisis de sangre, visión y audición, sino también evaluaciones psicológicas que en algunos países se han intensificado tras incidentes como el del vuelo de Germanwings en 2015.

7. Su alimentación es parte del protocolo de seguridad. Los pilotos y copilotos no pueden comer el mismo menú durante un vuelo para evitar que, si se produce una posible intoxicación por ingerir un alimento en mal estado, en ningún caso pueda afectar a los dos de forma simultánea. Además, evitan ciertos alimentos que pueden generar gases, digestiones pesadas o somnolencia. Su dieta suele ser muy controlada, tanto dentro como fuera del avión. Entre los alimentos recomendados se encuentran la pasta o el arroz, fáciles de digerir; las carnes magras y verduras al vapor, frutas, zumos naturales e infusiones para mantenerse hidratados. Por el contrario, evitan tomar pescado crudo o marisco, legumbres, comidas grasientas o picantes, bebidas energéticas o con mucha cafeína; y por supuesto, nada de alcohol. Para ellos, comer bien no es una cuestión de imagen: es una necesidad operativa.

8. Preparan específicamente cada vuelo antes de entrar en la cabina. Antes de que un avión despegue, los pilotos ya han dedicado entre 60 y 90 minutos (o más, según el tipo de vuelo) a revisar y planificar absolutamente todo. Aunque muchas tareas están automatizadas y respaldadas por sistemas operativos de la aerolínea, la responsabilidad final sigue siendo suya. Revisan el plan de vuelo (ruta, altitud, puntos de navegación, duración estimada, velocidad y niveles de vuelo), las condiciones meteorológicas, la cantidad de combustible, distribución de pasajeros y carga, las alertas temporales sobre pistas cerradas, cambios en espacios aéreos, actividad militar, obstáculos, etc. Y también el estado técnico de la aeronave, posibles reparaciones pendientes y cualquier observación del equipo de mantenimiento.

9. Toman decisiones críticas casi a diario. Detrás de cada vuelo aparentemente "tranquilo", hay una planificación exhaustiva que comienza mucho antes del embarque. Nada se deja al azar: cada despegue es el resultado de decisiones técnicas tomadas con precisión y experiencia. Aunque muchos vuelos parecen rutinarios, los pilotos deben tomar decisiones constantemente: desviarse por mal clima, modificar altitudes por turbulencia, comunicar con múltiples torres de control, o solucionar incidentes menores sin alarmar a los pasajeros. Todo esto lo hacen con protocolos claros, pero también con un nivel de juicio personal que requiere experiencia, sangre fría y liderazgo. En aviación, tomar la decisión correcta en el momento adecuado puede marcar la diferencia. Y por eso, el colectivo rechaza de forma radical la idea de que la Inteligencia Artificial pueda llegar a sustituir a un piloto humano en cabina, como pretenden algunas empresas de la industria aeronáutica.

10. No se trata solo de volar, sino de liderar. El piloto al mando no solo maneja el avión. También es el responsable legal y operativo de todo lo que ocurre a bordo. Coordina a la tripulación, resuelve conflictos, toma decisiones ante imprevistos y mantiene la calma, incluso cuando los demás la pierden.

La próxima vez que subas a un avión, recuerda que detrás de esa voz serena que te da la bienvenida a bordo hay años de estudio, miles de horas de práctica, exámenes constantes y una dedicación absoluta a la seguridad.