Revista Hosteltur 2021

Desde que estalló la pandemia del coronavirus en marzo de 2020, por primera vez comenzamos a ver el principio del fin de la crisis que azota a la industria turística. Sin embargo, los resultados en ocupación y facturación durante el verano de 2021 -aunque mejores que los del año pasado-, siguen todavía muy lejos de los niveles de 2019. Varias empresas han dejado de existir en lo que llevamos de travesía del desierto y como sucedió en anteriores crisis, muy probablemente vamos a seguir viendo durante el próximo año otras compañías que perecen como consecuencia de las heridas sufridas, incluso a medida que el turismo siga mostrando claros signos de revitalización.

En 2019 España batió un récord de ingresos por turismo extranjero, con 71.200 millones de euros. La industria turística no solo era el sector exportador número 1, España era también el país más competitivo del mundo en turismo, según el WTTC. Y a pesar de ello, muchos aún se preguntan cómo es posible que un sector en apariencia tan potente haya podido ser ninguneado por el Gobierno a la hora de repartir las ayudas que permitan su supervivencia ante la peor crisis de la historia.

La llegada de las vacunas contra el coronavirus supone una de las noticias más esperanzadoras para la industria turística desde que comenzó la pesadilla de la COVID-19, hace ahora más de un año. Sin embargo, vacunas no es lo mismo que vacunación. Empresas y destinos harían bien en desconfiar de los cantos de sirena, creyendo que la recuperación de la demanda será tan rápida e intensa que de aquí a unos meses la gente podrá disfrutar de un verano normal.  De hecho, la comunidad científica viene advirtiendo que 2021 será el segundo año de la pandemia del coronavirus, que será necesario seguir llevando mascarillas hasta 2022 y que sin la vacunación masiva -también en los países pobres- persistirá el riesgo de rebrotes y la aparición de nuevas variantes de virus.