La nueva naturaleza del turismo
Publicada 24/01/18
Por la diversidad de sus paisajes, climas y culturas los destinos de Latinoamérica encuentran campo fértil para desarrollarse en uno de los segmentos más pujantes del sector de viajes: el turismo de naturaleza. Su desarrollo, a la vez, acompaña la protección ambiental así como la sustentabilidad de las comunidades locales. Ser verde parece ser cada vez más rentable.
Ecoturismo, turismo rural, turismo aventura; un montón de propuestas que hoy están cobijadas bajo el rótulo de “turismo de naturaleza” constituyen una oportunidad para Latinoamérica. De hecho, en los últimos meses ese “turismo de naturaleza” ha sido explícitamente señalado como prioritario por diversos colectivos: los operadores de Brasil, el gobierno de Argentina, las autoridades de Perú y Colombia, las agencias uruguayas.
Más allá de la experiencia y las expectativas de cada país, los grandes números señalan que a nivel mundial el turismo de naturaleza está creciendo a un ritmo tres veces mayor que la industria en general (OMT), que mueve más de US$ 260.000 millones anuales (ATTA, Adventure Travel Trade Association) y que el 65% del gasto de los turistas queda en los destinos (ONU), en contraste con el 20% de otras modalidades como el todo incluido de playa.
México dio a conocer este año una estadística interesante: de los 35 millones de visitantes internacionales que arribaron al país en 2016, cerca de 25% realizó al menos una actividad relacionada con el ecoturismo, turismo de naturaleza, o de convivencia rural.
Dimensiones integradas
Las conclusiones de una encuesta realizada por la OMT junto a la firma Madison Experience Marketing indican que la oferta cultural, la naturaleza y la gastronomía son, por este orden, los principales motivos que llevan a los turistas a visitar un destino. Integrar estas dimensiones es ideal, y allí surgen las especializaciones como el turismo enológico, donde los escenarios naturales son un componente clave.
Un estudio de mercado hecho en Colombia distingue al eco-turista como un visitante que “tiende a ser culto, maduro y enfocado en el medioambiente, pero mantiene una conducta de compra con los criterios tradicionales: precio, confort, servicios, calidad”.
Es, además, un tipo de turismo con mucho valor agregado y en el que participa la comunidad local, un dato nada menor que además de generar empleo y desarrollo garantiza la autenticidad cultural de las propuestas.
Antes el turismo se veía como una amenaza para la conservación, pero ahora es posible pensar un modelo de desarrollo económico sostenible, sostiene Maru Acevedo, oficial de Turismo Sostenible del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para Centroamérica.
Alternativas al sol y playa
"Queremos desarrollar el turismo de naturaleza. Buscamos que cuando el mundo piense en Argentina no solo piense en vino, tango, carne y fútbol, sino que también piense en la naturaleza. Somos un país con cinco climas: tenemos nieve permanente y sol y calor permanente", destacó el ministro de Argentina, Gustavo Santos.
Rogers Valencia, viceministro de Turismo de Perú, dijo en diálogo con HOSTELTUR LATAM que “Perú cultural es el que más se conoce, Perú de naturaleza es el que queremos que se conozca”.
También para los destinos consolidados en segmentos como sol y playa –República Dominicana, Caribe mexicano, Brasil- las opciones de aventura y de “aventura soft” forman parte de las estrategias actuales para que el turista permanezca más tiempo, diversifique su estadía y gaste más dinero.
La información sobre la disponibilidad de actividades es fundamental, así como la calidad de las propuestas.
Ciudad y naturaleza
Tiempo y distancia son variables claves para cualquier propuesta turística. Un desafío, entonces, es acercar la naturaleza a las ciudades para integrar circuitos a las propuestas urbanas.
Los destinos con fácil acceso a opciones de turismo rural o áreas naturales protegidas tienen una ventaja para aprovechar: cuentan con la posibilidad de articular experiencias en la agenda de eventos corporativos o conferencias. Ciudades como Montevideo –con bodegas y estancias turísticas a pocos kilómetros del centro- tienen una oportunidad clara en este segmento.
La vida al aire libre y los alimentos preparados con productos autóctonos frescos son valores en sí mismos, que es necesario sumar a intereses específicos cada vez más segmentados: experiencias de participar en tareas de campo –desde cosechar uva o café a ordeñar vacas-, birdwatching, patrimonio industrial. Las posibilidades se ajustan a las particularidades de cada destino. Y son infinitas.
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