El Hotel Chelsea de Nueva York pierde su aire de mito
Publicada 13/05/13
Famoso por su larga lista de huéspedes memorables, el Hotel Chelsea de Nueva York ha perdido en los últimos meses muchos de sus inquilinos permanentes, que decidieron abandonar el que fue su hogar tras los últimos cambios en su gestión, y con ellos se esfumó parte del encanto que lo convirtió en mito.
Desde que en agosto de 2011 el nuevo propietario, Joseph Chetrit, decidió cancelar todas las reservas y cerrar el hotel de manera temporal para empezar la renovación, la vida para los vecinos, que sí han podido quedarse mientras duren las obras, ha cambiado mucho.
"El hotel nunca volverá a ser lo que era. Ya no se puede alquilar a nuevos inquilinos y desde que empezaron las obras ha perdido vida: ya no se ruedan películas, no hay artistas y mucha gente se está marchando", afirma Mai-Lai Liang, residente del hotel desde hace 25 años.
Liang empezó a vivir en uno de los apartamentos del Chelsea cuando nada más llegar a Manhattan para trabajar como modelo vio un anuncio de alquiler en las páginas del diario New York Times. Desde entonces el hotel se ha convertido en su casa, donde ha criado a sus dos hijas.
"Desde pequeñas han vivido el ambiente del Chelsea. Sus vecinos eran 'drag queens'", dice entre risas Liang, que reconoce que más que un lugar mítico, el hotel es un "hogar" para sus hijas.
Así, este histórico edificio de ladrillos rojos, situado en la calle 23 entre la 8ª y la 7ª avenidas, es mucho más que un hotel para turistas curiosos que quieren alojarse bajo el mismo techo donde el cantautor Bob Dylan escribió sus temas o donde vivió el padre del "pop art", Andy Warhol.
Espíritu bohemio
Las fotografías familiares, los libros de cocina o los dibujos infantiles que cuelgan en algunas de sus habitaciones demuestran que el Chelsea también es un hogar para los inquilinos que pagan mensualmente su alquiler, con precios que oscilan desde los US$ 600 hasta los US$ 7.000.
El temor de los vecinos a que la remodelación del hotel acabe con el espíritu bohemio que ha caracterizado al Chelsea desde que abrió en 1905 es cada vez mayor, pese a que el arquitecto encargado de la reforma, Gene Kaufman, aseguró antes de empezar que el encanto original del hotel quedaría preservado.
Pero, según explicó Liang, muchas habitaciones y paredes ya han sido demolidas y nunca podrán ser lo que eran antes, como es el caso de la legendaria habitación 100, donde en 1978 Nancy Spungen murió apuñalada por su novio Sid Vicious, el bajista del grupo punk Sex Pistols.
"Además las obras llevan retraso porque les interesa: cuanto más tarden, más gente se irá de aquí", aseguró, pues en los últimos meses algunos residentes se han marchado animados por el hotel, que o les ha perdonado las antiguas deudas o les ha dado incentivos para que abandonaran sus apartamentos.
"Quieren sacar el máximo provecho económico al hotel y por eso les interesa que haya más turistas y menos residentes", aclaró Liang.
Pero pese a las dificultades, Liang se muestra optimista: "Las obras no tienen por qué ser algo negativo. Nos tenemos que quedar. Los residentes somos el espíritu del Chelsea. Yo resistiré hasta el final".
Ahora en la puerta del Chelsea cuelga el cartel de "obras hasta noviembre". Habrá que esperar hasta entonces para comprobar si sus paredes siguen inspirando, como hicieron al cantautor Leonard Cohen cuando en 1974 le dedicó una de sus canciones: "Te recuerdo claramente en el Hotel Chelsea. Ya eras famosa, tu corazón era una leyenda".
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