Veinte metros en la FIT al ritmo del ministro Gustavo Santos
Publicada 06/11/17
Desde una escala a otra de la agenda oficial –el tramo del stand de Italia a los de Egipto y Ecuador-, una crónica de la recorrida del ministro de Turismo de Argentina, Gustavo Santos, por la feria FIT 2017.
En el stand de Ecuador conversamos con Aldo Luzi, subsecretario de Mercados, Inversiones y Relaciones Internacionales, quien está a cargo de la representación oficial este martes, último día de la FIT 2017.
“Va a venir el ministro de Argentina, esperemos no tener que interrumpir”, avisan. Tuvimos, a los cinco minutos. Luego seguimos la nota, convenimos. El equipo de Ecuador se ubica para recibir al ministro, que está en el stand de Italia. Ahí nomás, a 20 metros.
En Italia, Gustavo Santos se fotografía en cada mostrador. Liguria, Calabria. Escucha explicaciones, dialoga, saluda, intercambia tarjetas. Su entourage está compuesto por una docena larga de colaboradores, gente de prensa, de protocolo, de relaciones internacionales, asistentes personales, fotógrafo y otros tantos curiosos ocasionales que por el camino se van intercambiando.
Sale de Italia, pero llegar a Ecuador y Egipto implica un viaje por las Termas de Villa Elisa, la Antártida, stands de instituciones y pequeños destinos regionales, de operadores turísticos.
De los escritorios salen los expositores a saludar al ministro, lo invitan a conocer su trabajo, se sacan fotos todos juntos. Es Santos ahora el que se fija en un stand que quedaba atrás y ahí va, haciendo cambiar de dirección a las 20 o 30 personas que lo acompañan.
Algunas veces son puras relaciones públicas, lo que se puede hacer en dos minutos, a la pasada. Otras son planteos que merecen otro tipo de contacto. Todos muestran en primera persona su trabajo, que puede ser un instituto de formación como un paseo nuevo que un emprendedor quiere colocar en las agencias.
En Egipto saluda efusivamente a uno de los encargados del stand. En voz alta cuenta a todos que él lo acompañó por todo Egipto, que le hizo vivir un viaje inolvidable. Acepta los regalos egipcios, palmea hombros, expansivo, conversador, cordobés.
Antes de cruzar, a un paso de tierras ecuatorianas, un periodista le requiere para una nota y lo graba con su celular. El ministro responde. El reportero representa también a un programa de inclusión laboral de personas con discapacidad. Tras el diálogo, no tan breve, Santos hace el gesto de sentarse en una silla-esquí para discapacitados motrices pero enseguida se incorpora. “Esta es talle S, yo preciso la XL”, se ríe mientras se para para las fotos.
Queda sólo un paso más para alcanzar la costa ecuatoriana cuando aparece alguien con sus botellitas de algo que parece lemoncello y convoca al ministro para una selfie que seguramente ya esté circulando en las redes.
Las cosas que va recibiendo –posters, obsequios, carpetas, bolsas- se van amontonando en manos de uno o dos asistentes.
La imagen es populista pero los gestos se reconocen auténticos y espontáneos desde ambos lados. Otros funcionarios han caminado esta feria sin ser saludados ni requeridos. ¿Se valoran las acciones, los cambios ejecutados? ¿Los resultados, los proyectos? ¿Se trata de adhesión política? Un poco de todo, seguramente.
En Ecuador reciben al ministro, 30 minutos después de aquella entrevista interrumpida con urgencia. (La podríamos haber terminado. No importa. Venía el ministro).
El subsecretario Luzi le da la bienvenida a Santos. Conversan, una asistente arrima unos sombreros con cintas que dicen “Ecuador, ama la vida” para las fotos. Fotos con sombrero. Santos se lo coloca inclinado hacia adelante: “¿qué parezco?”. “Un malevo”, le contestan desde el grupo que saca fotos.
Sigamos, el próximo stand oficial es Perú.
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