Brasil otorga 10 meses más a pasajeros para que exijan reembolsos

Durante los primeros meses de la pandemia se generó una situación sin precedentes para el sector: la imposibilidad total de cumplir con los contratos de viaje en todo el planeta. Los aviones en tierra, los hoteles cerrados, las calles vacías de los principales destinos fueron las imágenes emblemáticas de aquellos meses fatídicos.

(Ver: Brasil busca mitigar el impacto del coronavirus en su sector aéreo)

En ese contexto, Brasil fue el primer país de América Latina en poner las manos en el barro para intentar regular una situación para la que los sistemas legales no estaban preparados. Y su decisión de buscar un equilibrio entre cuidar el dinero de los consumidores y la sustentabilidad de las empresas hoy es caso de estudio.

(Ver: El nuevo Código de la OMT, con perspectiva latinoamericana)

En aquel momento, se publicó una Medida Provisional (MP) que luego ratificó el Congreso, en la que se definió que si el pasajero accedía a una reprogramación de su vuelo no tendría costo alguno; pero si exigía el reembolso, la compañía tenía hasta 12 meses para efectuar esa devolución.

La fechas límite para demandar esos reembolsos era el 31 de diciembre de 2020, pero dada la extensión de la pandemia y las actuales restricciones, el Gobierno de Jair Bolsonaro decidió extender ese plazo hasta el 31 de octubre de 2021.

En efecto, desde el Ministerio de Turismo, liderado por Gilson Machado Neto, aseguraron que las reglas siguen siendo las mismas. Las aerolíneas tienen un plazo de 12 meses para devolver el dinero, desde la fecha del vuelo cancelado, y siempre y cuando el pasajero así lo solicite.

Además, el monto se actualizará con base en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) y la legislación otorga al consumidor el derecho a obtener un crédito por el monto correspondiente al del boleto aéreo, sin incurrir en penalidad contractual alguna.

Al respecto, desde la Secretaría General de la Presidencia aseguraron que la expectativa es que la medida ayude a mejorar la programación de consumidores y aerolíneas durante un período de inseguridad, y que contribuya a mantener recursos en forma de créditos en el sistema de aviación civil, facilitando el flujo de caja de las empresas.