¿Qué busca el turista del vino a nivel mundial?
No sólo las bodegas y viñedos importan al visitante, según experto brasileño
Publicada 18/09/15Hoteles pequeños y familiares, comida típica, visitas a bodegas grandes y modernas y no sólo a establecimientos boutique, tiendas con productos especializados, atracciones naturales y culturales: estos son los elementos que buscan quienes hacen enoturismo, más allá de conocer una bodega o probar un vino.
El brasileño Rogerio Ruschel mantiene uno de los 10 blogs de vino más leídos de Brasil: In Vino Veritas. Desde su sitio, además de relatar sus experiencias, hizo una pesquisa, como dicen los brasileños. Consultó a 88 de sus lectores especializados, viajeros aficionados a destinos del vino, en 31 países distintos.
De allí surgen los datos del relevamiento que presentó en la primera jornada del 5° Congreso Latinoamericano de Enoturismo que se desarrolla en Montevideo. Y de esos datos, cruzados con información del mercado, sus conclusiones. Según el especialista, este evento es de “importancia estratégica para Uruguay”, un destino emergente en enoturismo.
Ruschel indicó que hay varios perfiles de consumidores y que “no se mantiene el enoturismo con el público especializado solamente”. Como ejemplo, mencionó que en Sao Paulo, una ciudad de 13 millones de personas, los especialistas interesados en el vino son unos 10.000. Las mismas caras que se repiten en presentaciones de nuevas etiquetas, lanzamientos de productos, catas y charlas.
“Nadie viaja 3.000 kilómetros, nadie se toma un avión para comprar una botella de vino, si no tiene una experiencia”, expresó el bloguero brasileño. En ese sentido, la identidad del producto, su entorno, el territorio, la cultura, conforman el 70% del valor del vino; sólo el 30% del valor reside en la copa, “el resto es emocional más que racional”.
El enoturismo no escapa a algunas de las macrotendencias del turismo a nivel global: la especialización, la economía de la experiencia y la economía creativa.
De su consulta, Ruschel obtuvo una serie de respuestas que puede ser aplicable al diseño de propuestas turísticas dirigidas a este segmento. El turista del vino quiere visitar destinos “que sean bonitos”, que ofrezcan atracciones naturales, culturales, históricas. Por supuesto que tiene que tener uvas y viñedos de primera calidad. Pero además de las bodegas es importante el entorno para enriquecer esa experiencia.
También manifiestan preferencia por las tiendas con productos locales y especialidades, además de la gastronomía típica. Contrariamente a lo que se puede pensar, el enoturista quiere conocer bodegas grandes y modernas además de los pequeños establecimientos artesanales, y conocer los procesos.
No les interesa especialmente ni las danzas folclóricas ni las vestimentas típicas, según se desprende de las respuestas obtenidas.
Para alojarse sí, este turista manifiesta preferencia por los hoteles “pequeños y familiares”.
Así, por ejemplo, las nueve regiones vinculadas a Great Wine Capitals –Burdeos, Mendoza, Casablanca, entre otros- venden el 32% de su producción a turistas en sus propias bodegas. Una de cada tres botellas que comercializan en el mundo se vende en sus propios puntos de venta, sin costos de flete ni intermediarios.
Según expuso el brasileño, Francia registra unos 20 millones de visitantes que van a regiones de enoturismo –lo que equivale a uno de cada cuatro extranjeros que llega al país- al tiempo que España muestra datos que indican que 42.000 bodegas recibieron en un año 2 millones de visitas que mantienen 50.000 puestos de trabajo.
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