Hoteles raros, el nuevo lujo
Publicada 07/04/13
Análisis / Cada vez hay más personas que viajan a un lugar para dormir expresamente en un hotel raro, insólito o nada común. El factor precio o la comodidad es lo de menos. Lo que cuenta es la experiencia, poder decir más tarde "yo pasé una noche allí".
Cabañas en lo alto de un árbol, antiguas locomotoras de tren, almacenes de mercancías, faros, cabañas en una isla rocosa a la que sólo se puede llegar por helicóptero, tipis indios, cuevas, depósitos de agua, iglús, aviones, fábricas abandonadas, esculturas gigantes, fortalezas, prisiones, mansiones excéntricas, cápsulas debajo del mar...
Estos son algunos de los 312 establecimientos en todo el mundo que se comercializan a través del portal Unusal Hotels of The World.
En numerosos casos las comodidades o ventajas de un hotel convencional brillan por su ausencia. Por ejemplo, es muy posible que una cabaña en lo alto de un árbol no cuente con WC. O que el cliente pase un poco de frío al dormir en un iglú. O que sea un poco complicado salir por tu cuenta del establecimiento si la habitación se encuentra en una antigua mina a 100 metros de profundidad...
A diferencia de los hoteles de nicho, como los women only, adults only, los hoteles islámicos o halal, los gay friendly, party hotels, los resorts para surfistas, etc, los hoteles raros no se dirigen a un segmento del mercado en particular que busca un alojamiento adaptado a sus necesidades.
Nueva expresión del lujo
Pero en cualquier caso los precios que se pagan por dormir en estos alojamientos raros o insólitos son, en la mayoría de los casos, tarifas premium, equivalentes a un hotel convencional de 4 ó 5 estrellas. O más.
Antaño, el viajero que tenía un poder adquisitivo alto o medio-alto buscaba un hotel de lujo. Sin más. Mejor dicho: no había más oferta para ese tipo de huésped.
Ahora no. Tal como apuntaba recientemente un informe de Hotelnewsnow.com, la idea del lujo en la hotelería está evolucionando desde una imagen de glamour y opulencia a un concepto mucho más flexible, adaptado a diferentes grupos de consumidores, donde no se perciba un gasto excesivo o suntuario.
De hecho, ya se ha visto cómo varias marcas de lujo lanzadas recientemente optaron por un enfoque más dirigido a los nuevos estilos de vida que a las apariencias de riqueza.
“Hay un cambio social en marcha: el lujo hoy tiene menos que ver con los formalismos y más con lo que uno quiere hacer”, explica Frits van Paasschen, CEO de Starwood Hotels & Resorts Worldwide.
Dicho de otro modo, el lujo también puede vivirse en tejanos, y no necesariamente con corbata, según expone este directivo.
O también puede vivirse a través de una experiencia única, durmiento en un hotel insólito, al alcance de pocas personas.
Por su parte, la empresa de estudios de mercado STR apunta que la hotelería se mueve hacia “un lujo más accesible” para satisfacer las inquietudes de las generaciones X e Y.
Y son precisamente este tipo de viajeros jóvenes los más dispuestos a probar cosas nuevas como dormir en una cabaña sin WC en lo alto de un árbol, a 150 euros la habitación.
Pero el lujo lujo sigue...
Tampoco perdamos de vista que, en países castigados por la crisis económica, existe una mayor presión social contra la imagen de riqueza excesiva. Ver Congresos en hoteles de cinco estrellas: ¿resistirán ante la opinión pública?.
¿Quiere esto decir que el lujo lujo de toda la vida se acaba? En absoluto.
Bulgari, Versace o Armani son marcas de moda del segmento de lujo que se han consolidado también en la industria hotelera, a pesar de la recesión económica.
Hasta hace poco, estos hoteles eran considerados como un vestigio de la exhuberancia irracional previa a la crisis económica global, pero varios proyectos vuelven a tener luz verde y se llevan a cabo nuevas aperturas, explicaba recientemente el semanario de EEUU Travel Weekly.
Pero atención: esta tendencia se ve favorecida por el hecho de que cada vez más viajes de lujo a nivel internacional se originan en mercados emergentes BRICS como China, o bien en Oriente Medio. Los clientes de alto poder adquisitivo de dichos países todavía demandan el lujo de toda la vida.
Al fin y al cabo, buena parte del atractivo de estos hoteles de super lujo también radica en su exclusividad. Una noche en un fin de semana a mediados de enero en el Bulgari Hotel de Londres puede costar como mínimo 700 dólares.
Más competencia
Lo que está claro es que, a medida que el mundo se hace más global, la demanda se fragmenta en múltiples nichos y la oferta se multiplica en formas de alojamiento cada vez más variadas. Más que nunca, toca analizar lo que hace la competencia y qué hay a nuestro alrededor.
Cada empresa hotelera -sea una pyme o una multinacional- deberá encontrar su encaje óptimo en el mercado, sobre todo si se pretende entrar en el segmento de los hoteles raros o insólitos.
Y no olvidemos que este tipo de establecimientos tienen costes operativos diferentes a los de un hotel convencional al no poder beneficiarse en muchos casos de las economías de escala.
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