El IVA reducido puede tener los días contados
La incertidumbre y la desconfianza instaladas en la empresa no crean empleo
Publicada 12/05/13Análisis/ Esta semana hemos sabido que el Gobierno ha recalculado sus previsiones y ha llegado a una conclusión preocupante, aunque sospecho que esperada: el fin de la crisis no se dará en 2014, como ha estado repitiendo en los últimos meses, sino a finales de 2016. Una vez más, falló la bola de cristal.
Hace 15 días el Gobierno aprobó prorrogar la subida del IRPF hasta 2014 y subir el impuesto de Sociedades, aunque el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro aseguró que la subida de impuestos especiales no afectaría a la hostelería. Todo ello siguiendo las recomendaciones de Bruselas, que nos ha concedido dos años más para poder reducir el déficit público hasta el 3% del PIB a cambio de una nueva subida de impuestos, nuevos recortes y nuevas subidas estructurales.
Las previsiones del Gobierno fallan de nuevo y habrá que esperar a finales de 2016 para crecer tímidamente un 1% y empezar a crear empleo… y eso si la pitonisa consultada esta vez tenía un buen día.
Desde el principio de esta crisis me ha parecido que, aparte de la cuestión financiera y económica, o, precisamente, quizás a causa de esas dos caras de la crisis, se había instalado en la sociedad y en los sectores productivos una tercera cara aún más letal: la falta de confianza. Falta de confianza en la situación, en el momento, en el sistema, en las instituciones financieras, en los compromisos políticos, en la capacidad de producción y recuperación… una falta de confianza que las constantes rectificaciones del Gobierno diciendo digo donde dijo diego no han ayudado a paliar. Y no me refiero ya a la continua rectificación de unas previsiones que sospecho se elaboran más para la galería que atendiendo a la realidad, sino a lo que la gente llana siempre ha llamado igual: mentira, o sea, decir algo sabiendo que no es verdad.
La realidad acaba imponiéndose
El primer aspecto ya es preocupante, porque deja claro que el Gobierno no mira a los ciudadanos como a personas adultas capaces de asumir un golpe… incluso un golpe tras otro. Siguiendo la mejor tradición popular de la “mentira piadosa” nos quiere “suavizar” la realidad, una política de comunicación nefasta cuando la realidad se empeña en imponerse y acabas teniéndote que tragar tus propias palabras o cifras. Llevamos dos años de legislatura en pleno temporal y el Gobierno todavía no se ha dado cuenta de que cualquier intento de maquillaje de la realidad es peor que la realidad misma. Y eso que cuenta con el inapreciable ejemplo de lo que le pasó al anterior presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. Quizá entre los numerosos asesores de Mariano Rajoy no haya ningún experto en comunicación que tenga sentido común.
Y ¿qué decir del segundo aspecto? Pues que sigue siendo mentira, aunque ya no sea tan piadosa. Porque el objetivo no parece ser suavizar la realidad sino directamente, engañar: hacer pensar una cosa por la contraria. Y pienso que tiene dos efectos perversos todavía peores: el de ir socavando totalmente la confianza de la sociedad y los sectores productivos en la acción de la política por un lado, y por otro, obligar a las empresas a vivir sin planificación, a salto de mata, pendientes de cuál será el último impuesto que dijeron que no subirían pero que van a subir… y aunque no lo suban… por si acaso!
Ayer mismo el BBVA Research aconsejaba en un informe subir el IVA reducido y el superreducido y los Impuestos Especiales, aunque recomienda también rebajar la carga fiscal sobre el empleo.
IVA reducido en peligro
Que el IVA reducido del turismo peligra es algo que todo el sector se teme. Y ello a pesar de que ya actualmente, el IVA reducido del 10% que pagan los hoteles es uno de los más altos de la tabla comparativa europea. Por debajo de ese 10% se encuentra el IVA hotelero de países como Bégica, Alemania, Francia, Irlanda, Luxemburgo, Holanda, Portugal… hace medio año el Gobierno subió el IVA a la hostelería y al transporte del 8 al 10%, y elevó el IVA de numerosos servicios del 8 al 21%, lo que ha perjudicado gravemente al turismo de golf, a las discotecas y a los parques temáticos. ¿Alguien puede decir que esta operación haya tenido un efecto positivo sobre la economía española, más allá de mejorar la recaudación?
Y es que el IVA reducido se ha convertido en uno de los caballos de batalla de Alemania, capital Bruselas, junto con los paraísos fiscales y el impuesto de Sociedades, tal y como recogía Xavier Canalis en su análisis Lecciones de Chipre: el IVA reducido del turismo será la próxima víctima del blitzkrieg?
Por lo tanto, parece claro que el IVA reducido acabará cayendo. Y el BBVA contribuye a preparar el terreno: ha empeorado tres décimas sus previsiones tanto de recesión como de desempleo para este año, hasta una caída del 1,4% del PIB y un paro del 27,1% de la población activa. También la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde lo está haciendo, cuando dice que “poner en marcha una consolidación más gradual constituye un paso acertado hacia la recuperación y la generación de empleo, y se basa en las importantes reformas estructurales y las mejoras fiscales logradas el año pasado”. Y el Gobierno ni lo niega ni lo afirma, aunque, desde luego, daría lo mismo.
Sin embargo, y a pesar del problema que representa el déficit público, pienso sinceramente que el problema más serio de la economía y la sociedad españolas, el que más lastra una y otra y que dibuja unas más negras perspectivas de futuro, es tener una tasa del 27% de paro y 6,2 millones de personas sin trabajar según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Entiendo que todo esto es un puzzle gigante con piezas interrelacionadas, y que es muy complicado ir colocando todas las piezas en su lugar sin romper ninguna. Pero no entiendo muy bien cómo se pretende crear empleo por un lado y mantener, por otro, una política impositiva feroz contra esas mismas empresas que son las únicas que pueden crear puestos de trabajo.
La falta de confianza influye incluso en cómo la gente consume… ¿cómo no va a influir a la hora de decidir inversiones o de ampliar plantilla? La incertidumbre es una de las peores enemigas de la economía y ante este panorama desolado por la crisis pero, además, tan inestable por decisiones políticas sorpresivas, negadas y luego ejecutadas y cambiantes, ¿quién se arriesga a dar un paso en falso? Puede que la austeridad y la subida de impuestos lleven algo de dinero a la caja fuerte del Estado, pero está claro que no crean puestos de trabajo ni levantan la economía productiva. Y la incertidumbre y la desconfianza, tampoco.
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