Pequeñas agencias, el reto es sobrevivir frente a las grandes
La crisis ha forzado una drástica reestructuración
Publicada 12/12/11- Una agencia de viajes del siglo XXI no puede aspirar a sobrevivir a base de vender billetes de avión o reservas hoteleras
Las pequeñas agencias de viajes afrontan un importante reto si no quieren seguir el camino de las más de 4.000 que han cerrado. Según el propio sector, tienen dos caminos: la especialización, o poner en práctica algo de lo que se habla mucho y se aplica menos, un servicio diferenciador.
En lo que muchos agentes de viajes coinciden es en que no pueden afrontar su actividad intentado hacer la competencia a las grades redes con los mismos productos y similares servicios. El tamaño de las grandes redes verticales les permiten estrategias que no son asumibles para las pequeñas, e incluso tampoco para ellas mismas en algunos casos (como el de la extinta Marsans).
El reto de la agencia de tamaño menor es ofrecer a sus clientes productos, valores y servicios que la diferencien tanto de las grandes como del resto de su competencia de similar tamaño. Y el camino para conseguirlo es tan variado como la imaginación y capacidad profesional de los pequeños empresarios de este sector.
Y es que, aunque sean conceptos muy manidos, en este atomizado sector parece que todavía no acaban de ser asimilados por muchas pymes, que se empeñan en la oferta generalista. En concreto, alternativas como la especialización en determinados productos o nichos de mercado, o la consecución de la diferenciación en base a un servicio por encima de la media. Un valor añadido que el cliente perciba claramente.
Los que defienden estos planteamientos ponen como ejemplo lo que ha ocurrido con las pequeñas tiendas de otros sectores que han sobrevivido con éxito al rodillo de los grandes superficies. Colmados que se han reinventado como especialistas en determinados productos pese a tener a un gran hipermercado al lado. Si bien es cierto que miles tuvieron que echar el cierre abocadas por las inexorables leyes del libre mercado que todo empresario (grande o pequeño) dice defender.
Lo que está claro es que una agencia de viajes del siglo XXI no puede aspirar a sobrevivir a base de vender billetes de avión o reservas hoteleras, o de echar la culpa de sus males a la venta directa de los proveedores. Hasta las agencias online lo tienen difícil si se quedan ahí, ante la llegada del rodillo de Google.
La ‘cofradía del Llanto Constante’
No obstante, en el sector de las pequeñas agencias abundan todavía voces que culpan de todos sus males a las grandes agencias y a una buena parte de los proveedores. Incluso algunos se han organizados en plataformas en Internet, denunciado todos los casos puntuales de lo que consideran competencia desleal de esos proveedores.
Como ejemplo de esa creencia de que la culpa de los males de las pequeñas la tienen las grandes, baste recordar los comentarios que generó el artículo de opinión ‘Agencias de viajes: grandes y aportando valor’. Un análisis contra el que, aunque coincidía con los argumentos de buena parte del propio sector, muchos agentes arremetieron de manera muy airada.
Y no solamente esta postura de apalancamiento se produce a nivel individual. También llega ese malestar contra las grandes agencias y sus proveedores desde ámbitos más oficiales, como las asociaciones empresariales y grupos de gestión. Un postura a la que el agente de viajes Joan Gou califica de “la cofradía del Llanto Constante”.
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