Tripulantes de Qantas demandan a Rolls-Royce por el incidente ocurrido en 2010
Publicada 20/06/13
La tripulación de Qantas ha demandado a Rolls-Royce por la explosión de uno de los motores de esa marca en un A380 de la compañía australiana en noviembre de 2010, un incidente que provocó un aterrizaje de emergencia en Singapur y la apertura de una investigación, y por el que los trabajadores solicitan una indemnización por trauma psicológico, según han informado medios locales.
El incidente ocurrió el 4 de noviembre de 2010, en un A380 de Qantas en el que viajaban 440 pasajeros y 26 tripulantes. El aparato, impulsado por cuatro motores Rolls-Royce Trent 900, tuvo que regresar al Aeropuerto de Singapur tras detectar el fallo, aterrizando sin problemas y sin que se produjeran heridos.
Posteriormente, en un comunicado, el fabricante aeronáutico europeo Airbus confirmó que el A380 de Qantas que aterrizó de emergencia en Singapur había sufrido un fallo de motor después del despegue. El avión, con matrícula VH-OQA y serie número 14, fue entregado a Qantas el 19 de septiembre de 2008 y había acumulado alrededor de 8.165 horas de vuelo y 831 ciclos de vuelo para el momento del incidente.
Al día siguiente, preventivamente, la aerolínea australiana, Singapore Airlines y Lufthansa suspendieron las operaciones de sus respectivas flotas de superjumbos. Finalmente, el fabricante aeronáutico europeo comunicó que todos los A380 con motores Rolls Royce tenían que ir a inspección que determinó que la emergencia de Quantas se debió "a falla de diseño". Finalmente, Rolls-Royce pagó 73 millones a Qantas por la explosión en pleno vuelo de uno de sus motores Trent 900 en uno de los A380 de la aerolínea australiana
La tripulación que iba a bordo ha entablado una demanda colectiva contra el fabricante del motor de la aeronave, con la intención de que se sumen a ella los cientos de pasajeros que volaban en el aparato durante el incidente. En la demanda figuran los testimonios de algunos miembros del personal de vuelo afirmando haber sufrido estrés postraumático, trastorno depresivo severo e incluso tener miedo a volar y a llenar el depósito de gasolina de sus coches.
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